Ebro Puleva reconoce que tendrá que cerrar fábricas tras la reforma del azúcar
La reforma del sector azucarero puede obligar a Ebro Puleva a cerrar parte de sus fábricas. El presidente del grupo de alimentación, Antonio Hernández Callejas, asegura que la compañía estudiará posibles alternativas al cierre, como la producción de biocarburantes.
El grupo de alimentación Ebro Puleva puede cerrar alguna de sus ocho plantas azucareras tras la reforma de la Organización Común del Mercado (OCM) del azúcar anunciada el pasado jueves en Bruselas. 'Cerrar más plantas es irreversible', asegura Antonio Hernández Callejas, presidente de la compañía. Desde 2004, el grupo de alimentación ha cerrado cuatro de sus fábricas y actualmente cuenta con ochos plantas (cuatro en Castilla y León, tres en Andalucía y otra en Castilla-La Mancha) y una plantilla de 1.050 trabajadores fijos y unos 300 discontinuos.
El presidente de la compañía afirma que le 'hubiese gustado que no hubiera reforma' y reconoce que el acuerdo alcanzado por la UE obligará a reducir la producción y que quienes decidirán si se cultiva o no 'serán los agricultores'. Además Hernández Callejas considera que 'la UE no monta todo este tinglado para que al final se queden los mismos remolacheros'.
Sin embargo, la intención del grupo, antes que el cierre de las instalaciones, pasa por la producción de biocarburantes. 'Queremos ir a otras alternativas', apunta Hernández Callejas. Para lo que es necesario 'abrir un periodo de negociaciones con el Gobierno, las Comunidades Autónomas, sindicatos, agricultores y empresas del sector energético, que pueden condicionar los pasos de la reconversión'.
'Queremos negociar con el Gobierno, los agricultores y las empresas energéticas'
Estas negociaciones también dependerán de los acuerdos que se alcancen en la próxima reunión de la Organización Mundial del Comercio, que se celebrará en diciembre en Hong Kong, donde la UE deberá 'defender sus posiciones', ya que en opinión de Hernández Callejas 'ha llegado al máximo de lo que podía llegar'. 'La caña de azúcar siempre será más cara que en Brasil', concluye.
Además, el presidente de Ebro Puleva señala que 'la reconversión también tiene un coste asociado, no sólo es cierre, también son prejubilaciones y compromisos medioambientales'. En todo caso 'no serán decisiones unilaterales, sino consensuadas'.
Hernández Callejas afirma que la compañía ya ha apostado por los biocarburantes. En febrero de 2006 el grupo inaugurará su primera fábrica de bioetanol en la Babilafuente (Salamanca). La planta, construida junto con Abengoa, producirá 200 millones de litros de bioetanol y cuenta con una inversión de 160 millones de euros.
Una empresa menos azucarera
Pese a los costes de la OCM, el presidente de Ebro Puleva, cree que se trata de una reforma 'sustancialmente a mejor' a la planteada en principio por la UE. Además, considera que Ebro Puleva está preparada para los posibles cambios. 'Llevamos mucho tiempo preparándonos para esta reforma, somos una compañía menos azucarera y con más presencia en otras líneas de negocio'.
Hernández Callejas reconoce que un posible recorte de la producción no afectará a las cuentas del grupo en 2006, porque tanto los precios como las ayudas se mantendrán en durante los dos primeros años. Con este periodo de transición 'podemos actuar con premura pero sis prisas', en la búsqueda de nuevas alternativas de producción.
Un 'desastre' para COAG
El secretario de la organización agraria COAG, Miguel López, cree que la reforma del azúcar 'es un desastre para el sector a nivel nacional' y criticó que 'lo que se va a hacer es beneficiar a las grandes multinacionales que controlan el azúcar y las que se dedican a su transformación, como Coca Cola'.López asegura que se trata de una reforma 'hecha como anillo al dedo para las grandes multinacionales' y consideró que supondrá 'una reestructuración sin precedentes en España'.Recordó que hay unas 100.000 hectáreas afectadas y con el planteamiento aprobado 'tendrá que abandonar su trabajo el 50% del sector'. En su opinión, el problema que se abre ahora 'hay que tomarlo como un problema de Estado' y abogó por 'un plan de reestructuración' en el que el Gobierno 'se tiene que mojar'.