Merkel renueva en París y Bruselas las credenciales europeístas de Alemania
París, Bruselas y Londres. Angela Merkel ha imprimido una fuerte carga simbólica al primer viaje exterior de su mandato, iniciado ayer, sólo 24 horas después de haber sido investida por el Bundestag flamante canciller de Alemania.
Si la visita a París marcó ayer la continuidad del eje franco-alemán, el paso horas después por Bruselas, la capital comunitaria, sirvió para renovar el compromiso de Berlín con la Constitución europea y la voluntad del nuevo gobierno de hacerse respetar en la UE. Merkel continuará hoy viaje hacia Londres. No obstante precisó ayer: 'voy porque Reino Unido preside ahora la Unión Europea', en alusión a que el 31 de diciembre, la capital británica dejará de tener ese atractivo para ella.
El presidente del Parlamento Europeo, José Borrell, interpretó la visita a las instituciones comunitarias 'como una señal fuerte del compromiso del gobierno de Merkel con la integración europea'. La victoria conservadora en las elecciones de septiembre había disparado las especulaciones sobre un brusco giro en la política exterior de Alemania. Pero el estrecho margen del resultado y la obligación de formar coalición con los socialistas ha mitigado ese posible cambio. Hasta el punto, de que la cartera de Exteriores la ocupa Frank-Walter Steinmeier, un estrecho colaborador del ex canciller Gerhard Schröder. Merkel ha nombrado además como asesor para política exterior a Christoph Heusgen, consejero hasta ahora del secretario general de la UE, Javier Solana. Heusgen es descrito en Bruselas como un firme partidario de desarrollar la política común de exterior y defensa en la Unión.
Perspectivas financieras
La visita de Merkel a Londres aumentará la presión sobre el primer ministro británico, Tony Blair, para que haga un último esfuerzo en la negociación de los presupuestos de la UE. Blair ha dejado aparcado ese expediente durante la mayor parte de su semestre presidencial, y sólo el próximo 5 de diciembre, 10 días antes de la cumbre europea, presentará la primera propuesta con cifras. 'No puedo pronunciarme ahora sobre las posibilidades de acuerdo', señaló ayer Merkel, 'pero Alemania tendrá una actitud constructiva'. La canciller, por lo pronto, tendió ayer lazos hacia Blair al señalar que 'el cheque (británico) no es el único punto que hay que resolver'. Lo dijo de otro modo. La clave al Presupuesto de la UE 'no pasa sólo por el cheque', recalcando que Alemania 'no renuncia a la Constitución' europea.
Londres se niega a revisar la compensación económica que recibe de la UE desde 1984, sin que París proceda de igual modo con la Política Agrícola Común (PAC). El próximo Consejo Europeo del 15 y 16 de diciembre medirá la verdadera influencia de París y Berlín sobre sus socios europeos, tras el 'no' francés y holandés al Tratado constitucional y el bloqueo institucional que sufre la UE.
Espaldarazo al tradicional eje franco-alemán
El presidente francés, Jacques Chirac, y la recién investida canciller de Alemania, Angela Merkel, iniciaron ayer la andadura del nuevo tándem político en la vieja Europa.La canciller democristiana quiso, con su visita a París, hacer un gesto significativo con el que subrayar su apuesta por el tradicional motor de avance de la UE, en un momento político difícil en sus respectivos países. Para Merkel, la visita de ayer 'no es un mero ritual, sino que marca la continuidad en una relación amistosa e intensa, no sólo importante para ambos países sino que es esencial para toda Europa'.La exigencia de resultados, propia de la cultura alemana, como recordó Merkel, tiene, además, una justificación histórica, como se encargó de subrayar el presidente francés.'La experiencia demuestra que si no nos entendemos entre nosotros, el motor europeo se bloquea', entonó Chirac en el mismo registro que ha caracterizado los encuentros con el ex canciller Gerhard Schröder.'Europa es como un coche al que se rompería una pieza'. Y la Europa que ambos líderes quieren es 'política y social, fundada en la solidaridad', añadió Chirac en una velada alusión al modelo anglosajón, al que París atribuye querer hacer del Continente sólo una zona de libre cambio.