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CincoSentidos

Relatos para romper la cotidianidad

Tiene un dormir anárquico, por eso para José María Merino la noche es territorio abonado para la imaginación. De esa acumulación de ideas, invenciones y sueños nocturnos ha surgido Cuentos del libro de la noche, un conjunto de 85 microrrelatos ilustrados por el autor. Ficciones que tienen que ver con sus noches, desvelos y ocurrencias de madrugada, de las que Merino se vale para poner en solfa la absoluta realidad.

La noche es un tema familiar en sus narraciones. La orilla oscura transcurre entre el sueño y la vigilia, recuerda. Si la razón es solar y diurna; la intuición, lunar, nocturna. 'La noche es un espacio de germinación de semillas', revela José María Merino.

Cuentos del libro de la noche (Alfaguara) toma el título de la sentencia de Chuan Tzu 'En el libro de la noche nuestras páginas están en blanco'. Son relatos reunidos a lo largo de un par de años, fantásticos u oníricos, reales o imaginarios, de extensión muy breve.

Son destellos nocturnos de la intuición y la fantasía que irrumpen para avisar que la realidad es una continua sorpresa. 'Para bien y para mal, las cosas siempre cambian'. En su opinión, la cultura actual se empeña en presentar al hombre eternamente joven, inmortal. 'Es una trampa y la literatura está para indicar lo raro que resulta vivir', asegura Merino. El escritor no renuncia al humor para hablar de la muerte. 'Parece que pertenece sólo a la realidad virtual, sin embargo, es nuestro destino'.

En ese universo fantástico u onírico hay claves para entender la realidad. Al escritor, los sueños le ayudan a conocer más, 'si los asumes serenamente', asegura este escritor que se considera más jungiano que freudiano y que nunca ha ido al psicoanalista. 'Por eso, fueron tan importantes para la humanidad antes de que llegara esta cultura de venta rápida'.

Todos los textos son breves, porque el espacio nocturno de la imaginación está hecho de iluminaciones, de súbitos centelleos. Es un tipo de relato que interesa especialmente a José María Merino. 'Un arte difícil, que te obliga a suprimir lo superfluo y realizar un enorme ejercicio de concisión', apunta el escritor.

Para él es un reto y puede que también la ocasión de contar en 20 líneas lo que no podría relatar en más espacio. Por ejemplo, esos homenajes a temas clásicos o algunos cuentos de la tradición popular presentes en el libro. 'Si te extiendes más, a lo mejor ya está escrito, es la propia La Odisea', señala.

José María Merino defiende la existencia del relato breve. 'Está en la tradición y en la cultura española', añade el autor de una recopilación de 100 años de cuentos en lengua castellana, de 1898 a 1998. 'Si los autores no nos empeñásemos en escribir relatos breves y no existiera un público mayoritario, el cuento no existiría, porque no es comercial'.

El autor pensó que una colección de tantos textos, cortísimos todos, resultaba difícil de leer. Decidió recuperar la afición juvenil al dibujo. Así que para cada cuento, ha hecho su réplica iconográfica. Ha sido un capricho, porque en adelante no piensa quitarle el trabajo a ningún ilustrador.

Igual de cómodo con el cuento que con la novela

José María Merino (La Coruña, 1941) comenzó escribiendo poesía y se dio a conocer como narrador con Novela de Andrés Choz, con la que obtuvo el Premio Novela y Cuentos. 'La poesía me abandonó', declara, y él se volcó en la novela y el cuento. Le encanta alternar uno y otro género literario y se encuentra cómodo en cualquiera de ellos. 'Si llevo mucho tiempo escribiendo cuentos, siento nostalgia de la novela', confiesa. Después de publicar la novela El heredero en 2003, Cuentos de los días raros hace un año y ahora Cuentos del libro de la noche, le apetece adentrarse en una narración larga. Además, verá reunidos sus poemas en 2006. Los escribió hace tantos años que ha tenido la impresión de que no eran suyos. Como poeta, Merino se ve muy sincero. 'A lo mejor ahora no los escribiría', reconoce. Con todo, no los ha tocado y el lector podrá disfrutar de su poesía como la escribió.'La literatura responde a un elemento de razón, la técnica, y a un elemento nocturno, la invención', opina el autor.

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