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Lealtad, 1

'He descubierto que aquí se juega'

Hace dos o tres años, un analista político era entrevistado en un diario y, a la hora de calibrar el impacto de la corrupción en las tendencias electorales, hacía un comentario un tanto descorazonador: 'La gente es capaz de asumir un cierto grado de inmoralidad en los responsables públicos. Ahora bien, lo que no está dispuesta a tolerar es que, al tiempo, tenga que apretarse el cinturón. Admite que roben pero no tolera sentir que le roben, aunque una percepción subjetiva'.

Sin querer mezclar churras con merinas, parece ser que también en el mercado prevalece el egoísmo frente al buen sentido. De lo contrario no se entendería la vista gorda generalizada ante el caso Refco. Hace tres años los cimientos de Wall Street temblaban si una empresa de donuts retocaba su balance. En 2005 la mayor suspensión de pagos de EE UU ha sido la de Refco, principal intermediario independiente de futuros. Ha congelado de cuentas millonarias de fondos de inversión, y el origen de la quiebra está en pérdidas sufridas a partir de 1997. El presidente ocultó deudas millonarias, y estas cifras no aparecieron en las cuentas cuando la compañía salió a Bolsa.

Pues aquí no ha pasado nada. Si estuviésemos en agosto, el escándalo Refco parecería la clásica serpiente de verano, una historia cuya razón de ser es llenar páginas de periódicos. La diferencia con el caso del donut es que ahora los inversores ganan dinero y los banqueros de Wall Street reciben bonus millonarios.

La gente gana dinero y no mira cómo lo hacen los demás. Hasta que, cuando lleguen las vacas flacas, la comunidad financiera emule al policía de la película Casablanca. El capitán Renault, consumado jugador, cierra el Rick's Café y, ante las quejas de Rick, afirma: '¡Es un escándalo, he descubierto que aquí se juega!'. A continuación el crupier le entrega un fajo de billetes: 'Sus ganancias, señor', y Renault exclama: 'Todo el mundo fuera'.

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