Telefónica y el coste de oportunidad
La idea de coste de oportunidad refleja los riesgos o los problemas asociados no a hacer una cosa, sino a dejar de hacerla. Cuando compramos un artículo y pagamos un precio estamos dejando pasar otros usos que se podrían dar al dinero. Y si no lo compramos, perdemos esa oportunidad.
La Bolsa juzga, o debería juzgar, las decisiones empresariales según esta vara de medir pero, claro está, el coste de oportunidad es un concepto totalmente subjetivo. De esta forma, cuando Telefónica se gastó una millonada en comprar una licencia de telefonía móvil en Alemania la noticia fue bien recibida. Por aquel entonces el inocente bolsista pensaba que era mayor el coste de oportunidad de quedarse fuera del mercado UMTS que 8.400 millones de euros.
Entonces la percepción del mercado estaba equivocada. El riesgo de quedarse fuera del mercado UMTS en Alemania terminó siendo irrelevante -Telefónica ha amortizado la licencia-, y el dinero fue malgastado.
Ahora Telefónica ha hecho otra apuesta, más audaz en la medida en que trata de adelantarse a sus competidores en lugar de, como entonces, seguir el paso. Telefónica podría haber esperado a consolidar su estructura actual después de las últimas adquisiciones. Pero para entonces O2 podría haberse disparado por las expectativa de opa, o podría formar parte ya de T-Mobile.
El inversor, pues, debe plantearse si le gusta la Telefónica actual y cree que este modelo será el más rentable a medio plazo o si considera que Telefónica debe codearse con Vodafone y plantar batalla en su propio terreno. A quienes apuestan por esta última opción, Telefónica lo ha puesto fácil: no toca ni la recompra de acciones.
La opción tiene indudables riesgos para la empresa, empezando por la pérdida de su privilegiada posición en términos de balance, algo que notarán los bonistas. Pero no se puede estar en misa y repicando.