El almacenamiento personal vive su propia edad de oro
La memoria informática para almacenar megabytes de información ha pasado de ser un artículo de lujo a un bien de consumo cada día más presente en todos los aparatos que nos rodean. En los últimos cuatro años, el precio de un disco duro externo se ha dividido por dos cada año, al tiempo que se incrementaba la velocidad de transmisión de datos. En 2000, un disco duro de 20 GB costaba unos 340 euros; hoy uno de 160 GB cuesta 140 euros.
Los contenidos digitales están transformando los usos que damos a los dispositivos electrónicos: se juega con el móvil, los walkman desaparecen en favor de los MP3 y los CD se reemplazan por tarjetas de memoria de gran capacidad. Esta riqueza multimedia está haciendo que los fabricantes de dispositivos de almacenamiento personal vivan su momento de gloria.
Sandisk es una de esas empresas que pasa por un momento dulce. Aunque su marca no sea la más conocida, es el primer proveedor mundial de tarjetas flash (las usadas en los dispositivos de memoria USB o las cámaras digitales). En tres años ha pasado de facturar 521 millones de dólares a 1.780 en 2004. 'Vemos una gran oportunidad en cinco mercados: los teléfonos móviles, las unidades flash USB (tipo llaveros), los reproductores de audio, la imagen digital y las videoconsolas', dijo Bo Ericsson, vicepresidente de Marketing de Sandisk a su paso por Madrid para contar su estrategia. La firma estadounidense ha entrado en nuevos mercados con su gama de reproductores musicales, pero ha dado una vuelta de tuerca más a su negocio tradicional al aplicar tecnologías relacionadas con la gestión de contenidos en sus tarjetas de memoria.
Sandisk ha creado la tecnología TrustedFlash que permite, por ejemplo, que los usuarios de teléfonos móviles puedan llevarse a otro terminal los juegos, melodías o imágenes que se hayan descargado. Pero, además, TrustedFlash es capaz de limitar las veces que se puede copiar esos contenidos, algo muy atractivo para los portales y los operadores de telefonía, y también para el fabricante del terminal que no tiene que preocuparse de crear su propio sistema de protección de contenidos. Samsung ya ha preparado sus móviles especialmente para estas tarjetas.
Esta tecnología ha abierto otras oportunidades a Sandisk en el mercado de gran consumo pues ofrece sus tarjetas con contenidos propios como reclamo. Es el caso de su tarjeta Gruvi para móviles inteligentes que contiene el nuevo álbum de los Rolling Stones o su tarjeta para PlayStation que incluye juegos exclusivos.
El buen momento que atraviesa el sector del almacenamiento se refleja también a la perfección en los resultados de una empresa como LaCie. La multinacional de origen francés ha logrado dos años seguidos de beneficios récord. Su filial española no para de crecer. En el ejercicio fiscal del 2004, un 44%, y en el 2005 ha aumentado la facturación un 30% más. Después de 15 años de especializarse en grabadoras y discos duros externos, la firma supera en la actualidad la cifra de 77 referencias de producto sólo en discos duros. Un catálogo que abarca desde una memoria del tamaño de una tarjeta de visita con 4 GB de capacidad, hasta un disco duro externo con 2,5 TB de espacio con capacidad para almacenar hasta 4.000 películas en formato internet, 625.000 canciones MP3 o 250.000 fotos digitales en alta resolución.
'Es un hecho que el mercado de tecnologías de almacenamiento está creciendo porque los contenidos digitales son cada vez más amplios, pero el aumento de capacidad de estos dispositivos personales debe ir ligado al de facilidad de uso', reclama Ricardo Martínez, director del mercado doméstico de Iomega en España. Esta empresa, inventora del famoso Zip, quizás la solución personal de memoria más veterana que existe en el mercado tras el clásico pero limitado disquete, ha sabido ir adaptándose a los tiempos, introduciéndose en nuevas tecnologías como las memorias USB o su innovador disco duro externo en red para usuarios domésticos que se hayan apuntado a la vida inalámbrica.
'Es un dispositivo de productividad personal para que los usuarios de redes sin hilos puedan compartir un disco duro, de 160 gigas, en el que cada miembro de la familia o de una pyme deje sus propios ficheros', apunta.
Otro dato elocuente del boom del almacenamiento personal son los llaveros de memoria: se calcula que en 2005 se venderán unos 80 millones, y la consultora Gartner prevé que este mercado crezca un 32% hasta 2008.
Los discos duros se instalan en el salón de casa
La revolución digital que está a punto de cambiar la forma en que vemos la televisión o escuchamos y almacenamos música en el hogar va a ir acompañada de la introducción en nuestros salones de aparatos que son auténticos discos duros de gran capacidad donde se descargarán las series de televisión que queremos ver por la noche, donde organizaremos nuestro álbum fotográfico y donde estará toda nuestra discoteca.'En el uso doméstico las distintas tecnologías acabarán convergiendo en un dispositivos donde estarán nuestros vídeos, la comunión de la niñas y las fotos de las vacaciones en el Caribe', asegura Ricardo Martínez, director de mercado doméstico de Iomega, quien ve clara la necesidad del futuro en el campo de la seguridad. 'Cuando tengamos ese servidor doméstico se querrá hacer copias de seguridad de estos contenidos para lo que necesitaremos otro dispositivo', opina Martínez.El uso de estos equipos es una realidad muy cercana pues cada vez aparecen en el mercado más ofertas de estos discos duros que pretenden convertirse en el centro de almacenamiento y gestión de todos los aspectos del entretenimiento digital. Por ejemplo, Toshiba ha lanzado esta misma semana Gigastore, un modulo de almacenamiento pensado como una extensión del uso de las cámaras, videocámaras y reproductores de MP3. El aparato tiene una capacidad de 250Gb, lo que permite tener almacenadas unas 50.000 canciones en formato MP3 o más de 400 películas.Además, Gigastore permite establecer distintas contraseñas para acceder a diferentes contenidos y cuenta con una función especialmente para realizar copias de seguridad.