Calma tensa en el sector de fondos
El alumbramiento del reglamento de instituciones de inversión colectiva, que a punto está de aprobarse, ha sido difícil. Como un parto largo y complicado. Han pasado casi dos años desde que se aprobó la ley de 2003; dos años que se han hecho una eternidad para buena parte del sector, ávido de poner en marcha las novedades de la legislación naciente.
El reglamento aún no se ha aprobado, aunque si todo marcha como es debido, el Consejo de Ministros debería darle el visto bueno al texto definitivo bien en octubre, bien como muy tarde en noviembre.
El Tesoro última las modificaciones recomendadas por el Consejo de Estado, en el que se supone que es el último trámite antes de su aprobación definitiva.
Pero hasta el último momento, aún habiendo pasado un sinfín de trámites y remodelaciones, persiste una calma tensa en el sector. Hay temas demasiado delicados en el reglamento, y han hecho falta tantas reuniones, que nadie quiere lanzar las campanas al vuelo. No, hasta que, negro sobre banco, el reglamento esté impreso en el BOE, con la firma del Rey.
Entonces, y sólo entonces, el sector leerá cada coma y cada punto y aparte con la seguridad de que se trata del reglamento definitivo. Se acabaron, por fin, los borradores y la rumorología sobre si el legislador prefiere esto o aquello. Y aún así, persistirá la cautela, sabedora la industria de que aún queda un buen número de circulares que la CNMV debe publicar desarrollando algunos aspectos en más detalle.
Lo conseguido ha sido mucho, pero ha hecho falta perseverancia por parte del sector. La directora general del Tesoro, Soledad Núñez, reconoció en una comparecencia reciente que el reglamento no era responsabilidad exclusiva de su Ministerio. El mérito, dijo, es también de la administración anterior y, por supuesto, de la propia industria. Suya, de la industria, es la responsabilidad de utilizar con criterio la apertura que se avecina. Por el bien del inversor, por el bien, también, del sector en sí.