Libranza 2002, la cara actual de Toro
Alfonso Sanz y Juan Juárez decidieron hace cuatro años embarcarse en un proyecto vinícola en una de las zonas más prometedoras del panorama enológico español. Y se instalaron en Toro, posiblemente la DO que más ha dado que hablar tras el descubrimiento del Priorato catalán.
Las actuales instalaciones de Bodegas Matarredonda se inauguraron en 2002, aunque la primera de sus cosechas, la de 2001, se elaboró en sus propios depósitos y barricas en una nave alquilada. La parte fundamental, la uva, procede de las 20 hectáreas de viñedos propios que poseen en tres pagos de la zona, en la que cultivan la variedad autóctona tinta de toro (prima hermana de la tempranillo riojana y ribereña); viñedos viejos de pie franco; es decir, que en su momento no fueron afectados por la plaga de la filoxera, con una edad de 70 años.
A la hora de elaborar los vinos se vinifican las uvas de cada pago por separado, y otro tanto ocurre con las crianzas, efectuadas en barricas de roble francés y americano (80 y 20% respectivamente). Posteriormente se realizan los ensamblajes en función de las características deseadas para cada uno de los dos tintos que producen: el Juan Rojo, con ocho meses de barrica, un vino de carácter moderno, muy afrutado, redondo, fácil de beber, y el Libranza, la apuesta más destacada de la bodega. La enóloga, Rosa María Zarza, ha optado por la madera francesa para la fermentación y envejecimiento de este 100% tinta de toro, con 14 meses de roble y un año en botella.
Este 2002 se presenta con una nariz inicialmente cerrada, que va abriéndose con la intensidad que le proporciona la fruta, los tonos marcados de cueros, animales y notas especiadas, que le dan personalidad. De boca compleja, amplia, con cuerpo, buen equilibrio entre fruta y madera y taninos ligeramente dulces, resulta elegante en su conjunto. Final largo y persistente. Precio medio: 16-18 euros.