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Lealtad, 1

Un ciclo bursátil menos violento

Hace unos años, cuando la Bolsa rebotó desde los mínimos de 2003, a muchos inversores no les dio tiempo a subirse al carro de las ganancias. El mercado empezó a repuntar poco antes de que Estados Unidos empezase la invasión de Irak. Se dio un atracón de unos 1.000 puntos en poco más de un mes, y las siguientes rachas alcistas de ese año fueron igualmente rápidas.

Con aquellos datos, y con la experiencia de los sucesivos descalabros que el mercado había acumulado a partir del pico de la burbuja en 2000, no pocos analistas concluyeron que los cambios tecnológicos del mercado y su cada vez mayor dimensión habían modificado el patrón de comportamiento de las Bolsas. Así, la transmisión al precio de los cambios en la realidad o las expectativas económicas se producían ya a velocidad de vértigo, pues todo el mercado trataba de anticiparse a los movimientos de los demás. Se había producido un cambio estructural en la mecánica bursátil y, de hecho, si se obviaban los rápidos repuntes de marzo-abril de 2003, junio de 2003 y diciembre de ese mismo año, el inversor apenas había tenido oportunidades de obtener plusvalías recurrentes, aunque el mercado había subido casi 3.000 puntos en algo más de un año.

Sin embargo, entre agosto de 2004 y febrero de este año, y desde abril de 2005 hasta ayer el mercado ha avanzado de forma sostenida, en contra de la teoría de los nuevos ciclos bursátiles. Posiblemente sea cierto que la correa de transmisión es más eficiente que nunca. Pero no es menos cierto que un mercado alcista en el que sólo participan algunos inversores está abocado al fracaso. Este tipo de dinero es casi siempre cortoplacista, es decir, sale del parqué con la misma facilidad con la que entra. En este contexto, cada vez que el inversor sacaba un 5% o un 7% se apresuraba a amarrar ganancias, con lo que el alza se difumina. En 2005 la cosa parece ir más en serio.

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