La fábrica de élites francesa recibe duras críticas en su 60 aniversario
Los grandes nombres de la política francesa han pasado por sus aulas: Jacques Chirac, Valéry Giscard d'Estaing, Lionel Jospin, Michel Rocard, Laurent Fabius, incluso el flamante actual primer ministro, Dominique de Villepin.
Los grandes nombres de la política francesa han pasado por sus aulas: Jacques Chirac, Valéry Giscard d'Estaing, Lionel Jospin, Michel Rocard, Laurent Fabius, incluso el flamante actual primer ministro, Dominique de Villepin. Aunque la política les separe, todos ellos comparten al menos una línea en sus currículos: alumno de la Escuela Nacional de Administración (ENA).
Su anodino nombre es inversamente proporcional a la influencia que esta institución ejerce en la vida pública de Francia desde su creación, en 1945. Aquel año, al acabar la Segunda Guerra Mundial, el país se despertaba con una grave penuria de altos funcionarios. El entonces presidente, el general Charles de Gaulle, respondió a esa carencia con la creación de una institución que prepare a las futuras élites de la República. Así comienza la andadura de una escuela que sería el criadero reservado a una casta de políticos 'cortados por el mismo patrón', como explica el socialista Dominique Strauss-Khan, antiguo ministro de Economía galo y cuya formación fue ajena a este selecto círculo.
Las críticas recurrentes a la falta de diversidad de pensamiento que inspira la ENA vuelven a sonar en el 60 aniversario que el centro celebra estos días. Una ocasión para desempolvar y dar brillo a la torre de marfil desde la que sus antiguos alumnos otean, sin entenderla, la realidad social del país, según acusan sus detractores. 'El rechazo no es sin fundamento. Los miembros de la clase política formados por la ENA en el pasado eran mucho más próximos a la población', explica el sociólogo Michel Wieviorka a la agencia AFP.
'Todos son iguales, salen todos de las mismas escuelas y llevan todos el mismo traje. La República no es eso', dice el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy
En total, la ENA ha fabricado dos presidentes de la República (Giscard d'Estaing y Chirac) y siete primeros ministros. La obsesión por la nota final (que determina el puesto en el que el alumno iniciará su carrera), y por ende la competitividad entre compañeros, explica un mayor acercamiento al 'poder' que al 'gusto por el interés general'. Este último sólo alcanzaría al 47% de sus miembros, según una encuesta realizada a antiguos alumnos en 2004. El Instituto Francés de Investigación de la Administración Pública (Ifrap, en francés) critica desde hace 20 años la 'monopolización del poder' por los llamados enarcas. Una tendencia que también afecta al sector privado. Nombres como Louis Schweitzer, antiguo patrón de Renault; Jean-Marie Messier, de Vivendi; Jean-Cyril Spinetta, actual presidente de Air France-KLM, o el hasta hace poco tiempo jefe de la patronal Ernest-Antoine Seillière, integraron las filas de la escuela.
La ENA parece también servir, aunque involuntariamente, a la promoción de personajes políticos que quieren distinguirse de sus cuadros elitistas. Uno de ellos es el actual ministro de Interior, Nicolas Sarkozy. Este abogado de formación, que en todo se opone al enarca Dominique de Villepin, compañero de partido y rival político de cara a las presidenciales de 2007, critica a menudo a 'las élites del país'. Para Sarkozy, 'todos son iguales, salen todos de las mismas escuelas y llevan todos el mismo traje. La República no es eso'. La institución, que en enero se mudó a Estrasburgo, es consciente de su anacronismo. Por eso lanzará una profunda reforma de su programa académico de cara al próximo año.