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Los detectives cambian la lupa y la gabardina por el ordenador

Winterman amplía sus servicios de investigación privada para perseguir los delitos digitales

El dueño de una pequeña asesoría fiscal de Barcelona no podía entender lo que había pasado cuando una mañana se encontró con que todos los datos de sus ordenadores habían desaparecido por arte de magia. Su proveedor tecnológico sólo pudo asegurarle que alguien los había borrado esa misma noche. ¿Pero quién? Al borde de la quiebra y totalmente desesperado, este pequeño empresario se dio cuenta de que este era un caso para una agencia de detectives especializada en el mundo empresarial.

'Antes, para conseguir pruebas, bastaba con seguir al sospechoso. Era obvio al ojo humano. Hoy pueden estar robando información sin salir de casa', comenta Enrique Vilamajó, adjunto a la dirección de Winterman, una agencia de detectives que cuenta con 35 años. Los tiempos han cambiado y por eso la familia Vilamajó ha creado una nueva filial, Incide, para actuar frente a los delitos digitales, que prevén que en pocos años representen la mitad de su negocio.

El problema para perseguir los delitos digitales está en que hay que conocer bien las leyes para saber cómo obtener las pruebas de modo que sean legales y valgan en un juicio. En Incide tienen muy claro estos principios. 'Con técnicas bastantes sofisticadas somos capaces de recuperar cualquier información que haya sido borrada, y además contamos con filtros automáticos para buscar información dentro del ordenador personal y los mensajes de correo electrónico sin intervención humana', explica Vilamajó. Incide puede detectar de este modo mensajes reveladores, que después pueden abrir y leer siempre que el ordenador sea propiedad de la empresa.

'El detective ya no es el señor con gabardina de las novelas. Nuestro trabajo está en la línea de la consultoría y los gabinetes de abogados', dice Enrique Vilamajó, quien considera que es más adecuado hablar de investigadores que de detectives. De hecho sus principales clientes son los despachos jurídicos, aunque cada vez más trabajan directamente con las empresas, incluso haciendo proyectos preventivos para asegurar su información. La mayoría de sus casos tratan de ex empleados que se fugan con bases de datos o socios que crean empresas paralelas hasta situaciones de espionaje industrial.

'La investigación privada, a diferencia de una consultora común, aúna los campos digitales y físicos, algo que puede ser fundamental, pues los casos no se resuelven sólo con recuperar unos datos, también hay que saber quién es el responsable y descubrirlo de forma legal', explica este profesional, que está liderando la nueva línea de negocio de Winterman.

Los dos jóvenes piratas de 16 años que destruyeron por diversión los sistemas de la pequeña gestoría de Barcelona bien lo saben. Hoy esperan a ser procesados después de que los investigadores diesen con ellos tras seguir su rastro cibernético, una vez que habían recuperado los datos borrados a su cliente. 'A los piratas les puede el ego', comenta Vilamajó cuando relata cómo los chicos presumieron de su fechoría en un chat de internet en el que Winterman se coló durante más de un mes para atraparles. Caso cerrado.

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