Alemania y Japón buscan su sitio
La casualidad ha juntado las elecciones de las dos potencias perdedoras de la Segunda Guerra Mundial. Alemania y Japón protagonizaron después del conflicto sendos milagros económicos, y dos países literalmente arrasados se convirtieron en segunda y tercera economías del mundo. Las razones de estos milagros económicos nunca han sido suficientemente explicadas por los economistas, esos profesionales cuya labor es presuntamente analizar el funcionamiento de las cosas pero que se suelen empeñar en crear realidades paralelas.
En todo caso, el modelo económico que caracterizó sendos milagros está sujeto a revisión. Alemania, el supuesto motor económico de Europa, lleva gripada varios años, y ni siquiera su sector exterior sirve para mejorar las cifras económicas o reducir la cola de cinco millones de parados. Japón, por su parte, lleva década y media de resaca, tras estallar la burbuja de la segunda mitad de los ochenta. Lleva con tipos de interés nulos varios lustros.
Las reformas que se plantean para superar las crisis son, a ojos de alemanes y japoneses, jarabe de palo, y por eso la cuestión reformadora ha dominado las campañas electorales. En Japón Koizumi ha logrado prácticamente un cheque en blanco, pero en Berlín la menos telegénica Merkel está dilapidando la ventaja con lo que empezó.
El mercado apuesta por las reformas, y los economistas de la banca de inversión se han quedado afónicos pidiendo un ritmo más vivo en su aplicación. En realidad, todos los modelos deben estar, constantemente, sujetos a revisión, pues la economía no es estática, y la crisis de Alemania y Japón tiene causas más profundas que un modelo poco liberalizado. Se trata más bien de un problema de expectativas, un círculo vicioso en el que el pesimismo sobre el futuro corta la inversión y el consumo, lo que hace cumplir las malas previsiones. Más que reformas, Alemania y Japón necesitan confianza; el impulso y la determinación con el que se levantaron de sus cenizas. Puede, eso sí, que las reformas sirvan de acicate para ello. Ojalá.