Marie Claire zanja la disputa accionarial con una gestión independiente
Tras dos años en los que los telares de Marie Claire parecían tejer una madeja societaria cada vez más enredada, la semana pasada pareció abrirse una nueva etapa para una empresa textil histórica y de la que dependen buena parte de los empleos de Vilafranca, la pequeña localidad castellonense en la que tiene la fábrica.
El desencuentro entre la familia Aznar, fundadora de la compañía, y las empresas de capital riesgo Dinamia, Bridgepoint y Espiga, acabó con la salida de éstas, que controlaban el 67% del capital. El comprador fue la sociedad vasca Noraction que en realidad hacía de puente para una operación de MBO (venta a los directivos) que se cerró el miércoles, un día antes de que expirara el plazo para renegociar la deuda de tres millones de euros con BBVA y Banco de Valencia).
Con los préstamos renegociados y una inyección de tres millones facilitada por Bancaja y Banco de Valencia, el equipo directivo de la histórica fabricante de medias afronta ahora una nueva etapa. Los máximos accionistas no son ni extranjeros ni fondos de capital riesgo, sino gente que conoce muy bien la empresa y que, en un principio, podrá sortear la presión que en este último periodo ha ejercido la familia fundadora para recuperar el control de la compañía, en la que aún mantiene el 33%. æpermil;sa parece la clave que ha permitido a los directivos encabezados por Silvestre González, Alberto Planell y Vicente Tejedo, llegar a un acuerdo con los trabajadores. Los empleados nunca confiaron en las intenciones de las firmas de capital riesgo, de las que temían que emprendieran un plan de deslocalización.
De momento, los nuevos propietarios de Marie Claire guardan silencio sobre cuál va a ser el futuro de la compañía. El hecho de contar con el apoyo de los empleados podría presagiar que se ha prometido el mantenimiento de empleo. Pero fuentes oficiales no se arriesgan a ir más allá de esa misma especulación. 'Tal y como está el sector textil en este momento, es normal que se guarde el plan estratégico en secreto', explicaba este portavoz.
Pero fue la propia compañía la que apuntó que 'Marie Claire tendrá que hacer frente a los retos en los que está inmerso el sector textil europeo derivados de la liberalización del comercio internacional y la consiguiente competencia de los productores asiáticos'. Una afirmación que, leída entre líneas, puede apuntar a la necesidad de abrirse a nuevos puntos de producción. Esto no significaría necesariamente reducir la que se realiza en Castellón, manteniendo así el empleo de una zona que depende en parte de esta empresa, como demuestra que todas las instituciones públicas de la zona se implicaran en el proceso.
Mil empleados en una empresa que empieza a notar la crisis
El cerca del millar de empleados que tiene Marie Claire en sus dos plantas de Castellón es uno de los aspectos claves para el futuro de la compañía textil fundada en 1907. En plena crisis sectorial, la firma que popularizó los panties en España deberá afrontar la competencia procedente de Asia para mejorar las cifras de sus cuenta de resultados. Aunque se mantiene en números negros, el pasado ejercicio apuntó un descenso del 9% en las ventas, hasta los 80,87 millones, y del 36% en el beneficio, 2,4 millones.