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Pequeños gigantes

Gullón idea galletas en el laboratorio

Se mueve entre los gigantes de la alimentación como pez en el agua. Y no se amedrenta ante los retos. El suyo, lanzar al mercado una galleta sabrosa sin calorías

El despegue industrial de Galletas Gullón, acaecido en la década de los ochenta, lleva impreso el sello inconfundible de María Teresa Rodríguez. Esta mujer, convertida por el infortunio en empresaria y viuda al mismo tiempo, decidió no arredrarse ante la adversidad y un buen día de 1983 cedió la dirección de la compañía que había heredado a un gestor ajeno a la familia. 'Muchos empresarios dan este paso en falso y naufragan o navegan a la deriva hasta que les rescata una multinacional. No ha sido el caso de Gullón, empresa centenaria cuya profesionalización se ha convertido en pieza clave para su modernización, automatización y crecimiento', explica Juan Miguel Martínez Gabaldón, director general.

Todo empezó en 1892. La galleta María, seña de identidad de la industria galletera, había nacido unos años antes en Inglaterra, como regalo de bodas de la empresa Peek Frean al duque de Edimburgo y su prometida María de Rusia. Sus muchas cualidades, especialmente su fácil conservación, la convirtieron en el dulce predilecto de los rudos marineros que surcaban los océanos en nombre de la Corona británica. Más tarde llegó su comercialización.

Unos años después, el invento se conocería en la meseta castellana y un puñado de panaderos de Aguilar de Campoo (Palencia) decidieron redondear con la fabricación de galletas las ganancias que obtenían por la venta de pan. Gullón fue uno de aquellos industriales. Durante varias décadas, todas las galletas consumidas en España salieron, además, de los hornos de la localidad palentina.

El espaldarazo definitivo de la marca se producirá cuando la infanta Isabel, hermana de Alfonso XIII, introduce su consumo en palacio, escogiendo a Galletas Gullón como suministradora oficial de la Casa Real. La fructífera relación entre la monarquía y la empresa palentina daría un nuevo impulso cuando la firma -para corresponder al trato dispensado por la familia real- elaboró un tipo especial de galleta a base de miel y azúcar quemada en peroles de cobre que denominó Palacios. Como recogen los testimonios de los viejos galleteros aguilarenses de la época, aquellas obleas eran las predilectas del rey Alfonso.

Desde entonces, las décadas se han sucedido con mayor o menor fortuna para Gullón, que ni un solo día abandonó la producción ni la villa. Es la única empresa familiar que queda en el sector. 'Le ha salvado el amor de los propietarios a la galleta, a la comarca y a la cultura rural', insiste Martínez Gabaldón, un ingeniero industrial, químico de profesión, que antes de recalar en Palencia conoció los entresijos de la industria farmacéutica.

La cuarta generación pedalea para mantenerse junto a las multinacionales en el pelotón de cabeza. Tres de los hijos de doña Teresa dirigen los departamentos comerciales, de exportación y de planificación. Y ninguno ha querido cambiar la vida austera del pueblo, donde el frío huele a vainilla y harina tostada en invierno y el calor tiene un aire dulzón en verano, por las comodidades de la capital.

El santo y seña de los propietarios es la I+D. En los tiempos que corren, la oferta de productos supera con creces la demanda, y sólo la capacidad de innovación permitirá a esta industria superar el envite de los gigantes de la alimentación. 'Nuestro reto más inmediato es saber adaptarnos a los gustos de los consumidores. Nuestro objetivo es desarrollar productos más sanos y naturales. Y eso sólo se consigue investigando'.

El departamento de I+D de esta factoría es una cocina industrial. Cuatro investigadores hornean galletas de todos los colores y sabores para satisfacer los gustos de sus clientes. Recientemente, y tras un continuo esfuerzo de renovación tecnológica, Gullón dio un giro en su política comercial y creó la primera galleta integral del país.

La innovación no es un empeño fácil. No resulta sencillo reducir el consumo de azúcar y evitar que la masa se desmorone al salir del horno. Pero a veces la suerte y la tecnología se ponen de parte de los emprendedores.

Así nació Ligera. Tras un año de trabajo y la colaboración de la Universidad de Valladolid y el Centro Tecnológico de Castilla y León. Una galleta sin azúcar con una pequeña porción de fructosa. Germen de trigo, sésamo y lino con sabor a María. Tecnología punta.

La galleta del futuro: energía sin un gramo de calorías

María Teresa Rodríguez y Juan Miguel Martínez Gabaldón trabajan codo con codo desde hace más de una década y comparten el mismo proyecto de futuro: lanzar al mercado una galleta que aúne placer y salud y que, además, pueda comercializarse en paquetes individuales para facilitar su consumo en el trabajo. Desde hace tiempo, en el horno de Aguilar de Campoo intentan conciliar el sabor de la miel con la textura de un puñado de cereales. No sólo es dulce el chocolate.Doña Teresa preside el consejo de administración de la firma desde que su esposo, José Manuel Gullón, muriera en un accidente tráfico, pero no se inmiscuye en el día a día de la fábrica. Eso es cosa del director general, Juan Miguel Martínez Gabaldón, el gestor contratado por la familia para dirigir las riendas de la sociedad. Este directivo vislumbró como única salida empresarial el crecimiento.Nuevos lanzamientos, un plan director que concluirá en el año 2009 con una inversión total de 72 millones de euros y la búsqueda de mercados no explotados son los pilares sobre los que se asienta el proyecto de consolidación de la marca.La travesía emprendida -actualmente la factoría cuenta con 20 líneas de producción- no ha estado exenta de desencuentros con los competidores y algún que otro fracaso.Recientemente, un juez burgalés les dio la razón en la demanda interpuesta por United Biscuits por comercializar Mini 02, una galleta similar a Oreo. La sentencia desestimó que la multinacional pudiera monopolizar una galleta de cacao redonda y rellena de leche. Consideró que éstas son sustancias alimenticias de uso generalizado y descartó el riesgo de confusión entre los productos. Sin embargo, United Biscuits ha recurrido la decisión ante una instancia superior.El mayor fracaso de la compañía está ya olvidado. Costó 18 millones de euros y a pesar de contar con el apoyo del Ministerio de Agricultura, obligó a retirar el producto del mercado. La oblea diseñada sustituía el vegetal por aceite de oliva. Más saludable, sin duda. Pero su intenso sabor no convenció a los golosos.

Balance económico

Ventas Gullón ocupa el tercer puesto en el escalafón galletero nacional, detrás de Cuétara y United Biscuits. Factura 100 millones de euros al año y exporta alrededor del 20% de su producción a 63 países.ProducciónFabrica 60 de los 240 millones de galletas que el sector distribuye anualmente, lo que equivale a 50.000 toneladas. El 20% de las galletas que escupen sus hornos pertenece a la variedad María y el 35% son empaquetadas con marca blanca para cadenas de distribución como Caprabo o Día.Materia primaLos ingredientes básicos de la galleta son la harina, el azúcar y el aceite. Esta industria consume anualmente 40 millones de kilos de harina, 10 kilos de azúcar, 2,5 millones de kilos de chocolate y 8 millones de kilos de grasas vegetales hidrogenadas, pues resisten mejor la oxidación.InnovaciónLos esfuerzos en innovación se han concretado en un significativo incremento del gasto destinado a investigación y desarrollo. æpermil;ste pasó del 1,13% en 1997 a una cifra que rondará este ejercicio el 3% de la facturación anual.EmpleoGullón cuenta con dos fábricas en Aguilar de Campoo. La plantilla de 350 empleados (eventuales y fijos) trabaja en turnos de mañana, tarde y noche. La compañía ha iniciado ya las obras de ampliación de la planta Gullón II, una inversión de 36 millones, que sumará 18.000 metros cuadrados a los 35.000 ya existentes y permitirá la construcción de un silo automatizado.

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