El paraíso está en Infierno
Cuando Vargas Llosa publicó Pantaleón y las Visitadoras, en 1973, Iquitos y la selva amazónica de su entorno eran un limbo remoto apto para el dudoso experimento de la novela. Ahora, claro está, el turismo invade aquello. Para encontrar de nuevo selva virgen hay que descender más al sur, hacia Madre de Dios, que es el nombre de una región y de un río. Feudatario de ese río amazónico es el Tambopata. La Reserva Nacional del Tambopata es, por el momento, la selva mejor preservada de Perú y sólo, muy tímidamente y en una parte, comienza a abrirse a viajeros, en cualquier caso poco convencionales.
La zona es, en realidad, dos inmensos pulmones verdes que, en conjunto, ocupan 3,7 millones de hectáreas de las que menos de la mitad pertenece a la reserva Tambopata-Candamo y el resto al Parque Nacional Bahuaja. Más de 700.000 hectáreas permanecen completamente deshabitadas y protegidas por ley. Mejor dicho, se sabe que en ellas viven comunidades no contactadas o en aislamiento voluntario, tribus que siguen usando hachas de piedra. Se trata de uno de los espacios con mayor biodiversidad del planeta: más de 1.300 especies de pájaros (incluidas 32 de loros), 1.200 especies de mariposas, 200 de mamíferos tan esquivos como el jaguar, el tapir, el capibara o los monos aulladores. Es un reino primigenio que pronto empezó a estar amenazado.
Los incas (y antes los waris) establecieron contactos, los españoles efectuaron entradas en busca de curipatas (eldorados), luego vinieron buscadores de caucho y los misioneros. Lo difícil del acceso (los ríos son las únicas carreteras de la selva) frenó a los caucheros, pero no ahora a los madereros, a los buscadores de oro y de petróleo, incluso a los cultivadores de coca y narcotraficantes que siguen constituyendo una amenaza. Por contra, también actúan las declaraciones de espacios protegidos y los proyectos científicos, que cuentan con la anuencia y la participación de los indígenas.
Una de las más célebres iniciativas es el Proyecto Guacamayo que se inició en 1990. En Tambopata, donde viven una decena de especies de loros, se encuentra la mayor colpa conocida, esto es, un talud de arcilla con sodio (sal) a la que acuden miles y miles de guacamayos para comer tierra. Hay diversas teorías, unas dicen que los loros encuentran en el suelo nutrientes minerales que completan su dieta, otras plantean que la arcilla contrarresta las toxinas de ciertas semillas y frutos que comen. Lo cierto es que resulta fascinante asistir (discretamente ocultos) al ruidoso festín de estas aves, que recuerda un poco a aquel personaje de Cien años de soledad que comía tierra. Otros animales que también lo hacen son las palomas, los tapires y las guanganas o cerdos salvajes.
El proyecto científico se pilota desde el TRC (Tambopata Research Center), que admite turistas en sus lodges un tanto espartanos, donde hay que apañárselas sin luz eléctrica ni agua corriente. En realidad, el turista que llega hasta aquí debe ser tan especial como los propios investigadores. La selva modela al individuo, le enseña a ver, a sentir, a acompasar su ritmo al de la naturaleza como hacen los indígenas. En esta zona viven los ese'ejas, agrupados en dos comunidades, una de las cuales se llama Infierno. Los ese'ejas participan en los proyectos turísticos, como guías, atendiendo a los diversos campamentos. Pero son celosos de su intimidad y no quieren turistas en sus poblados. Como el contacto con este universo virgen sabe a poco, dicen los ese'ejas a sus huéspedes que quien bebe agua del río Tambopata, regresará aquí algún día. Al menos, es una garantía.
Guía para el viajero
Cómo irIberia (teléfono de reservas 902 400 500 y en www.iberia.com) ofrece un vuelo diario directo de Madrid a Lima con el modelo más moderno de su flota a partir de 749 euros ida y vuelta. Desde Lima hay que volar hasta Puerto Maldonado, que es la puerta de entrada a esta parte de la selva. Viajes El Corte Inglés (www.viajeselcorteingles.es, información y reservas: 902 400454 y también en agencias) prepara traslados personalizados combinando con éste destino, que es bastante inusual, otras regiones del Perú.
Alojamiento y comidaDentro de la Reserva Nacional Tambopata funcionan una decena de campamentos, formados por lodges o cabañas de madera, bastante abiertos y en los que se vive en contacto muy directo con la naturaleza, siguiendo su ritmo, ya que no hay luz eléctrica, ni agua caliente. Los mejores campamentos pertenecen a Rainforest Expeditions y son TRC (Tambopata Research Center), donde se convive con investigadores de proyectos científicos, y Posada Amazonas. Ambos proponen programas de entre 3 y 7 días, en los cuales se incluyen excursiones con guías y naturalmente todas las comidas porque no hay otro sitio en la selva. El programa de 3 días y 2 noches en Posada Amazonas cuesta 190 dólares y 370 euros el de 5 días y 4 noches. En TRC, el programa mínimo es de 5 días y 4 noches y cuesta 690 dólares, mientras que otro de 7 días y 6 noches asciende a 870 dólares. Además de las comidas y excursiones el precio incluye el transporte desde el aeropuerto de Puerto Maldonado hasta el campamento. Más información en www.perunature.com y en el correo electrónico: postmast@rainforest.com.pe y en los teléfonos 511 421 8347 de Lima y 084 246243 de Cuzco.