Lula teme que la crisis política se contagie a la economía
El agravamiento de la crisis política en Brasil ya empieza a poner nerviosos a los empresarios. Hasta ahora la economía se mantenía blindada, pero un Congreso paralizado y el cerco al presidente hacen temer un contagio.
Es una obligación del Gobierno, de la oposición, de los empresarios, de los trabajadores y de toda la sociedad no permitir que esta crisis política pueda traer problemas a la economía brasileña', ha alertado el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva.
Las alarmas saltaron con las denuncias de que el Partido de los Trabajadores (PT), en el Gobierno, podría haber financiado su campaña electoral con dinero negro. Hasta ahora todos los inversores coincidían en que mientras el presidente no se viera contaminado, la economía no se resentiría.
'Aún no ha afectado a la economía, pero puede haber un contagio según sea la percepción que los agentes económicos tengan de la crisis. Sin duda, los hechos, que se agravaron la semana pasada, han aumentado la preocupación', advierte Armando Monteiro, presidente de la Confederación Nacional de Industria.
Un principio de pánico se extendió entre los inversores el día de la denuncia contra el PT: el dólar tuvo la mayor alta frente al real en casi 15 meses, el Bovespa cayó un 1,78% y el riesgo país subió un 3,2%, hasta 387 puntos. Pasado el susto, lo mercados han vuelto a estabilizarse. 'La economía tiene fundamentos sólidos. La deuda ha disminuido y el PIB está creciendo', explica Carlos Thadeu de Freitas, jefe de la división económica de la Confederación Nacional de Comercio.
Pero el temor está latente. Sobre todo porque el Congreso está paralizado con las investigaciones. Por eso, los empresarios han presentado una agenda mínima a Lula, que incluiría reformas fiscales, ayudas a las pymes y ejecución presupuestaria. También piden que se aumente el superávit fiscal, que ahora está en el 4,25% del PIB y que el Gobierno ya estudia ampliar hasta el 5%.
'Si no salen las reformas habrá un congelamiento absurdo de la producción y del desarrollo económico', advierte Paulo Skaf, presidente de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo.
Una subida del salario mínimo muy cuestionada
La oposición ha aprovechado la inestabilidad del Gobierno para sacar adelante en el Senado un aumento del salario mínimo muy superior al previsto. El Ejecutivo aprobó en mayo fijarlo en 300 reales (105 euros) mensuales pero la oposición lo ha situado en 384 reales.Ese aumento, considerado de irresponsable y populista, supone un duro golpe a las arcas públicas y el presidente intenta recuperar el apoyo del Congreso para frenarlo. De no ser así, los empresarios confían en que Lula lo vetará. 'Es una señal pésima para la economía, demagógica y contradictoria, ya que cuando la oposición estaba en el Gobierno siempre defendió que se respetaran los presupuestos', apunta Armando Monteiro, presidente de la patronal de la industria.Otra consecuencia de la crisis política es el retraso del recorte de tipos de interés, situados en 19,75% (en términos reales los más altos del mundo). La previsión era que el descenso se iniciara hoy, ya que la inflación está a punto de alcanzar 5,1% previsto para 2005.