El negocio de asegurar los grandes conciertos
Las más de 54.000 personas que en Madrid se dejaron ayer la voz en el último concierto español de la banda irlandesa U2 agotaron las entradas, en febrero, en tan sólo unas horas. El momento llegó y el Tour Vértigo 2005 hizo explotar la bomba, también, en el Vicente Calderón, al igual que en el Camp Nou o en Anoeta. Una gira mundial de un centenar de conciertos que mantendrá al mítico grupo de escenario en escenario hasta finales de diciembre. Y, de momento, una cancelación. Sidney tendrá que esperar hasta 2006 para ver a la banda de Bono botar en el escenario. Un contratiempo que, aunque no beneficia al grupo, cuenta con el respaldo de la industria del seguro, que cubre esta gira por valor de 90 a 110 millones de euros.
El despliegue musical de los veranos intensifica la actividad de las aseguradoras que hacen frente a los riesgos económicos de festivales y conciertos que movilizan a masas. El Sónar, el Festimad, el Festival Internacional de Benicassim, Metrorock, Los Monegros o U2, Paco de Lucía, Bruce Springsteen y Jamiroquai son sólo algunos de los eventos cuyo coste podría dispararse por la enfermedad del cantante, retrasos, un incendio o una tromba de agua. Y estos espectáculos parten de presupuestos astronómicos, como en el caso de U2, cuya gira cuesta tres millones de euros semanales, independientemente de si el grupo actúa o no.
En la mayoría de los casos, según explica Jonathan E. Cole, vicepresidente de la división de deportes, entretenimiento y grandes eventos de Marsh, uno de los líderes mundiales en la gestión de riesgos, los espectáculos se aseguran en función de los ingresos previstos. Es decir, si el concierto se cancela, la aseguradora desembolsará la cuantía acordada de forma que se puedan pagar los costes y aún así hacer caja. Por el lado de los ingresos se tienen en cuenta la venta de entradas, los patrocinios y el merchandising, entre otros ingresos.
En España, según Eduardo Real de Asúa, director de la división de Willis encargada de grandes eventos, el seguro de responsabilidad civil del organizador es obligatorio para este tipo de espectáculos. Da cobertura a la devolución de las entradas, daños por incendios, desplome de vallas o escenarios, entre otros. La cuantía a cubrir depende del número de personas que asistan y varía según la normativa de cada comunidad autónoma. Al margen de esta cobertura, el coste del seguro difiere enormemente y las primas se pagan según el riesgo que se asume. El tipo de concierto, el promotor del evento o el responsable de la seguridad son variables clave.
De cualquier forma, según explican en Marsh, la prima por cancelación cuesta en torno al 3% del valor total del evento. Ahora bien, si el artista se considera de alto riesgo, las primas podrían alcanzar el 15%. Pavarotti o Barbra Streisand, entre otros, son considerados artistas 'malditos' por su historial de cancelaciones. En caso de problemas con la voz, un médico independiente debe dar su visto bueno al cantante. REM, Rod Stewart o The Killers, son algunos de los artistas que, este año, han apelado a la enfermedad. Abuso de drogas o alcohol quedan fuera de las coberturas.
Además de estas pólizas, el propio grupo contrata, normalmente, distintas coberturas. No sólo el cantante, sino también los equipos, el montaje y todo el personal involucrado. La macrogira del grupo de Bono emplea un total de 69 camiones, 200 personas fijas, 30 que forman parte del equipo local y unas 50 de seguridad. En algunos casos, hasta los choferes de las estrellas se cubren las espaldas frente a infortunios en caso de que su viajero sufra un accidente. æpermil;ste es el caso del conductor de Sting que, según se publicó en 2001, tuvo que suscribir una póliza de 15 millones de euros para poder trabajar para el cantante.
Las coberturas se amplían cuando se trata de hacer frente a condiciones meteorológicas adversas. En principio, las pólizas generales no cubren esta contingencia, un aspecto que dispara el precio. Son las pólizas a todo riesgo, aquellas que cubren cualquier causa ajena a la organización (retrasos en los aviones o huelgas de transporte, incluidas).
La casuística es tan amplia como las posibilidades de que algo no salga bien. Los conflictos entre patrocinadores por la retransmisión del concierto benéfico de Nelson Mandela en 2003 dejaron a sus fans con dinero en el bolsillo, pero sin canciones.
Lo que cuesta la prima
Cartel
Es la clave del concierto. Y también del seguro asociado. La reputación del grupo en cuanto a cancelaciones anteriores es básica para la firma del contrato con la aseguradora. '¿Se puede confiar en el artista o es conocido por no aparecer el día del concierto?', dice María Martín, especialista de Marsh en este área. 'La mayoría de los artistas cuida su reputación, a no ser que se dé alguna circunstancia que no puedan controlar', apunta.
Público
La organización del evento tiene la obligación de asegurar el bienestar del público y minimizar los daños en aquellos casos en los que la gente no es capaz de controlar su entusiasmo o, como en el caso de la reciente edición del Festimad en Madrid, se producen graves altercados. La cancelación de un concierto por daños en uno de los escenarios provocó las iras del público.
Historial médico
En casos extremos, un médico independiente deberá verificar los casos de cancelación por enfermedad, accidente o incluso muerte del artista. Se desembolsa la indemnización siempre que la causa esté fuera del control del músico. Casos como el de John Entwistle, el bajista del grupo de rock The Who, que falleció en 2002 por consumo de cocaína un día antes de empezar la gira del grupo y que obligó a cancelar la mitad de la gira, quedan fuera de las opciones asegurables.
Lugar del evento
El propietario del local donde se celebra el concierto es el responsable del seguro del mismo para compensar en caso de tener que buscar un local alternativo y cobrará en el caso de desperfectos.
Coberturas para todos los interesados
En la mayoría de los grandes conciertos, tanto el grupo, como los diferentes artistas, promotores, patrocinadores, televisiones u organizadores buscan su lugar en el sector asegurador para cubrirse de los riesgos que le afectan. Los macrotours llegan a enfrentarse a la limitada capacidad del mercado asegurador; es decir, la disponibilidad de las compañías para asumir el valor económico de los riesgos.De forma global, el mercado dispone de una capacidad cercana a los 210 millones de dólares, según explican en Marsh, una cifra que se queda corta teniendo en cuenta que algunos conciertos pueden necesitar en torno a 20 millones de dólares de cobertura. Lloyds, el mercado londinense de seguros, dota al sector de un tercio de su capacidad total financiera.