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Pequeños gigantes

Istobal saca brillo a siete de cada diez automóviles

Siete de cada diez puentes de lavado que hay instalados en España los ha fabricado Istobal, el primer productor español y el segundo de Europa de soluciones para la limpieza del automóvil. Varias generaciones de europeos han lavado sus coches en ellos.

De cada diez puentes de lavado de autos que hay instalados en España, siete los ha fabricado Istobal. La posibilidad, por tanto, de que su coche haya pasado por los cepillos que se montan en esta empresa ubicada en L'Alcúdia (Valencia) es tan elevada que se puede casi afirmar que Istobal ha limpiado los coches de gran número de españoles en las últimas generaciones. Y también de franceses, ingleses, italianos... y hasta rusos. Hace más de dos décadas, a primeros de los ochenta, Istobal instaló el primer puente de lavado en el Kremlin, para dar servicio a los coches oficiales de los dirigentes de la antigua Unión Soviética. Todo un hito en su trayectoria hacia la internacionalización.

Istobal, fundada en 1950, mantiene intacta la estructura familiar de sus inicios y es actualmente el segundo fabricante europeo de este tipo de instalaciones. Pelea por aumentar su cuota de mercado, sólo superada por Wash Tec, una empresa alemana surgida de una triple fusión. Fabrica unos 1.600 puentes, 120 trenes y unas 600 pistas de lavado al año en sus instalaciones.

Y lo fabrica todo. Desde el primer tornillo al embalaje, todo se elabora en esta planta, donde las materias primas fundamentales son diferentes clases de metal que se van utilizando a lo largo del proceso. No en vano, Istobal es una empresa metalúrgica, pese a que llamen más la atención los elementos plásticos como los cepillos multicolores para el lavado o las cubiertas de plástico con los nombres de las marcas para los que fabrican por encargo puentes de lavado. Y es que la mayor parte de los clientes de esta empresa valenciana son las petroleras. Según cuentan los responsables de la empresa, cada puente que se fabrica tiene su dueño definido con anterioridad. Es el cliente quien elige la configuración del mismo. Desde las funciones que deberá realizar hasta los colores de los cepillos del producto final. Normalmente, las compañías prefieren los colores corporativos del abanderamiento de la gasolinera en la que se instalen, aunque también se pueden ver otros sin ninguna clase de decoración. Istobal puede ofrecer hasta 90 modelos distintos de un mismo puente.

La compañía tiene un nivel de robotización razonable. Los responsables de la empresa afirman que, al tratarse de un producto del que se fabrican pocas unidades (comparado por ejemplo con una línea de fabricación de automóviles) y con tanta posibilidad de variación, únicamente aquellos elementos que son comunes se realizan con robots. Mucho del trabajo necesita, por tanto, de las manos de los 493 empleados que tiene la compañía.

El proceso comienza con la llegada de las planchas de metal, que pasan por una troqueladora por láser que realiza los primeros trabajos antes de pasar a darles la forma adecuada. Es la fase más larga del proceso de producción, ya que con las piezas que, de forma milimétrica, a modo de puzle, se van realizando, se conformará la estructura del puente de lavado y sobre ella se colocarán el resto de elementos. Otros procesos diferenciados son la fabricación del cuadro eléctrico o la de los cepillos.

Pieza a pieza, y en orden, van llegando a alguna de las seis líneas de montaje de que dispone la planta los diferentes elementos para ser montados, siguiendo los requerimientos concretos de cada puente que, en este punto, toma su forma definitiva. Una vez los operarios han montado el puente completo, éste se prueba con alguno de los coches de que dispone la empresa para tal fin.

'Los coches más limpios del mundo', bromean los trabajadores. Verificado el funcionamiento del puente, se desmonta parcialmente para ser embalado y enviado a su destino final.

El salto de un pequeño taller

El origen de Istobal hay que buscarlo en un pequeño taller de reparación de automóviles que puso en marcha el fundador de la compañía, Ismael Tomás Alacreu. Fue en este taller donde ideó una primera máquina de engrase que se convirtió en la clave para la creación de la compañía, que con los años pasaría a fabricar elementos para el lavado de automóviles, elevadores y otros componentes relacionados con el sector de automoción.El primer puente de lavado data de 1963. Se manejaba prácticamente de forma manual, pero fue el paso previo a los actuales, que cuentan con elementos de alta tecnología, como el lavado telescópico de las ruedas o el tratamiento del agua por el proceso de ósmosis inversa. La empresa mantuvo sus tres líneas de actividad inicial -engrase, elevadores y lavado- hasta hace unos años, cuando decidió centrarse únicamente en las máquinas de lavado. En 2002 se abandonaron las otras líneas, aunque toda la tecnología que se había desarrollado a lo largo de décadas se traspasó a una empresa de la zona (una de las firmas subcontratadas) que ha seguido con esta actividad.El abandono de estas líneas no ha supuesto un descenso de los ingresos de la compañía, que ha recuperado ya el 15% de la facturación que suponían estas ramas de actividad con el incremento de las ventas en sus áreas de trabajo actuales: los puentes de lavado, los trenes (una instalación más compleja que incluye todo el proceso de lavado y secado de los vehículos) y los centros de lavado manual por agua a presión. Precisamente una antigua máquina de agua a presión fue el primer invento de Ismael Tomás en el segmento del lavado.

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