Las décadas perdidas de Arabia Saudí
El largo periodo de mandato sobre Arabia Saudí del recién fallecido rey Fahd (en la práctica, desde 1975) ha estado acompañado de una lluvia de millones de dólares, no aprovechados para asegurar un buen nivel de vida a la población. La tasa de desempleo supera el 25%, y el país ocupa el puesto número 73 en la lista de desarrollo humano de la ONU, un lugar mediocre si se tiene en cuanta que, sólo este año, logrará unos beneficios de 150.000 millones de dólares por la exportación de petróleo. Detrás de esta paradoja se encuentran niveles de corrupción con escaso parangón, con desvíos de grandes cantidades de petrodólares hacia las cuentas privadas de los príncipes saudíes.
Pero también ha influido la planificación económica, en la que apenas participa el capital privado. Sin entrar en las enormes desigualdades socioeconómicas (el lujo y la ostentación se mezclan en pocos kilómetros con barrios enteros de chabolas), las cifras de renta media reflejan una dependencia excesiva del crudo. En 1980, cuando el barril rondaba los 90 dólares a precios de hoy, la renta por habitante superaba los 25.000 dólares, cifra similar a la que posee España en la actualidad. Pero los vaivenes del mercado petrolífero y el desaprovechamiento de los petrodólares por parte de los gestores autoritarios han llevado con el tiempo a una situación muy diferente.
En 1998, tras la crisis asiática que redujo la cotización a 10 dólares por barril, la economía saudí tocó fondo, hasta llevar la renta per cápita a apenas 7.000 dólares. Una caída del 72% en 18 años, raras veces vista en la Historia de ningún país. Hoy, con el barril de Brent a más de 60 dólares (su récord en términos nominales, aunque no reales), la renta por habitante ha aumentado ligeramente, aunque no llega a 12.000 dólares. Y esto, en un año en el que se espera que los beneficios por venta de petróleo alcancen el 40% de su producto interior bruto y un 34% de los beneficios totales de la OPEP. Arabia Saudí es el mayor exportador mundial, y también el mayor poseedor de reservas petrolíferas del planeta, con más del 22%.
La dependencia saudí del crudo es prácticamente absoluta: el 90% de las exportaciones del país y el 75% de sus ingresos públicos proceden del oro negro, lo que explica la enorme varianza de las cifras de crecimiento del PIB. El Gobierno, entonces liderado de facto por el ya rey Abdalá, inició hace un lustro un proceso de tímidas reformas para elevar la participación del capital privado en la economía, en aras a reducir la dependencia de las cotizaciones petrolíferas.
Los resultados son, de momento, escasos. A la alta tasa de paro se une el hecho de que el 20% de los residentes (casi todos empleados) son extranjeros. Otra reforma reciente establecía un cupo mínimo de trabajadores nacionales en las empresas, aunque en la práctica la medida ha servido para retraer las inversiones.
Abdalá, ante la ampliación de las reformas
El nuevo rey de Arabia Saudí, Abdalá Bin Abdelaziz, lleva una década de jefatura de facto del Gobierno, desde que en 1995 su hermano Fahd sufriese un derrame cerebral. En estos años, Abdalá ha sido visto por parte de la familia real como demasiado reformista, y en la práctica ha tenido limitado un campo de acción política que ahora se amplía.En el plano económico, los inicios de las privatizaciones en áreas como la energía o las telecomunicaciones han marcado una incipiente tendencia, que tiene como objetivo crear una base económica que conviva con el petróleo.Si la liberalización ha sido escasa en términos económicos, puede calificarse de nula en el terreno político. La monarquía saudí, de carácter absoluto, apenas deja espacios para las libertades individuales. La profesión de la corriente wahabista, una de las más conservadoras del islam, produce situaciones como la existencia de una policía para la prevención de 'actividades antiislámicas', que pone a disposición del público una página de internet en la que realizar denuncias anónimas. La participación política, hasta hoy, sólo se ha producido en las elecciones municipales de mayo de este año, en las que los varones fueron llamados a elegir a parte de los cargos, y que fueron calificadas de poco transparentes por los observadores internacionales. Queda por ver si el reinado de Abdalá irá más lejos en estos caminos.