Tigres, piratas y sultanes
Paradójicamente, el hombre que más ha dado a conocer a Malasia en todo el mundo, jamás estuvo allí. Es más, jamás salió de su patria chica, Verona. Emilio Salgari, denostado por algunos, pero leído por millones, vuelve de vez en vez a la actualidad con sus exóticas aventuras -¿quién no recuerda la serie de Sandokán producida por la RAI en los años 70?-. Salgari era un escritor compulsivo: produjo unas 500 obras, muchas de ellas ambientadas en una Malasia quimérica, y el 25 de abril de 1911, cuando estaba a punto de cumplir los 50 años, pobre y amargado, se quitó la vida, dejando una carta de acusación contra sus editores.
La Malasia arquetípica de junglas, tigres y piratas que pintó en sus novelas era bastante cierta hace 100 años; pero tiene poco que ver con el país actual. Un país que alcanzó la independencia en 1957, tras haber sido colonia de portugueses, holandeses e ingleses, en ese orden y sucesivamente. En el 63 se le unieron la isla de Singapur y las regiones de Sarawak y Sabah (en la isla de Borneo), pero un par de años después, Singapur se descolgó de la Federación Malaya. Ahora son 14 las regiones, 9 de ellas con un sultán al frente, que es una especie de monarca parlamentario, sin poder. Los sultanes eligen entre sí al rey, que está al frente del país durante cinco años.
La población ha crecido casi tan rápido como la economía: ahora son 23 millones, y la tercera parte de ellos pertenece a la etnia malaya.
Una casa cuesta menos que un coche y el agua mineral es más cara que la gasolina
Tradicionalmente, la economía se ha basado en el caucho y el aceite de palma. En la década 1987-1997, la economía creció a un ritmo del 10% anual, basada en las cadenas de montaje ('made in Malysia'). Cuando ese ciclo se agotó, se descubrió petróleo. Y ahora comienza a despuntar también, aunque tímidamente, el turismo. Malasia es un país donde una casa cuesta menos que un coche, y el agua mineral, más que la gasolina.
Las Torres Petronas, ubicadas en Kuala Lumpur, son el emblema de esa opulencia petrolera y son el mayor atractivo de la capital de Malasia.
Levantadas en el 2000, sus 462 metros y 88 pisos de oficinas las convirtieron, por un tiempo, en el edificio más alto del mundo (ahora las ha destronado Taipei, y pronto también las superarán sendos colosos en Dubai y Japón). Si impresionan de día, de noche enamoran: una sabia iluminación las hace flotar como una plata o criatura nocturnal en una jungla quimérica, como las que inundan las páginas escritas por Salgari.
Aparte de ellas, el viajero puede visitar el barrio chino (con su tentador mercado de productos de marca imitados) y la cueva-Santuario Bantu, célebre foco de peregrinación hindú, a las afueras.
Como Kuala Lumpur ya va por los tres millones de almas, las autoridades han llevado los organismos oficiales a una nueva capital, Putrajaya, que está siendo creada ex novo a unos 160 kilómetros más al sur, junto a un lago artificial de 70 kilómetros. Sorprende, aunque su ecléctica arquitectura pueda no entusiasmar a todos.
Pero la joya turística de Malasia es sin duda Malaca, fundada por los portugueses, reñida por holandeses e ingleses, con casas y calles de sabor colonial, y la tumba (ahora vacía) de nuestro San Francisco Javier, en lo alto del fuerte portugués.
Guía para el viajero
Cómo irMalaysia Airlines (91 458 5310; www.malaysiaairlines.com) ofrece conexiones diarias vía Europa desde las principales ciudades españolas. La tarifa del vuelo i/v a Kuala Lumpur es a partir de 865 euros más tasas.La mayorista Catai ofrece el paquete 'Malasia al completo' de 13 días/ 11 noches, con avión, alojamiento (en hoteles cuatro y cinco estrellas) con desayuno, servicios privados y guía en español, visitando Kuala Lumpur, Malaca, Cameron Highlands, Penan, Cota Varu, Kuala Terengganu y Kijal, a partir de 1.735 euros. Disponible en agencias.
Dormir y comerRenaissance Hotel Kuala Lumpur (603 2162 2233; Corner of Jalan Sultan Ismail and Jalan Ampang): hotel de lujo en el centro financiero, a escasos metros de las Torres Petronas, con piscina y restaurantes chino y japonés muy reputados. Se puede consultar la página web www.tourism.gov.my para buscar y reservar todo tipo de alojamiento, desde hoteles cinco estrellas hasta pensiones de mochileros.La comida malaya es bastante picante (excepto en los hoteles y restaurantes turísticos) y tiene un poco de la indonesia, un poco de la india y mucho de la china. En Kuala Lumpur es muy recomendable acudir al barrio chino, que además se transforma de noche: cortan el tráfico y aparecen multitud de puestos callejeros de comida, donde no hay que dejar de probar el tradicional satay (pincho o brocheta) malayo.