Los presidentes del Ibex ejercen una media de siete años
La rotación de los altos directivos en España es muy lenta y para nada responde al reciente estudio elaborado por la consultora Booz Allen Hamilton sobre las cúpulas de las 2.500 compañías más grandes del mundo, en el que concluía que las empresas europeas son más rápidas que las estadounidenses a la hora de relevar a los primeros ejecutivos. Lo cierto es que, de tratarse de una tendencia, ésta aún no ha llegado a España.
Esto es al menos lo que se deduce del análisis de los presidentes de las empresas del Ibex 35, que permanecen en su cargo una media que de siete años largos en su puesto. El relevo de los consejeros delegados es más frecuente, aunque ejercen en el cargo una media nada desdeñable de casi cinco años (4 años y siete meses). En contraste, los estadounidenses están en su puesto una media de 4,5 años; un plazo que se reduce a 2,5 en las empresas europeas, según Booz Allen Hamilton.
Lo cierto es que más del 40% de los presidentes de las empresas del Ibex están por debajo de los cuatro años y medio, pero hay nueve presidentes que contabilizan mandatos superiores a una década, algunos con creces.
El más veterano es Emilio Botín, que lleva 26 años en la presidencia del Grupo Santander y es miembro de su consejo desde 1960. Le sigue Jesús de Polanco, nombrado presidente en 1984 cuando el Grupo Prisa (editor de Cinco Días) se consolida como holding, lo que significa 21 años al frente de la compañía. Amancio Ortega no se queda atrás con 20 años guiando Inditex, como tampoco se pueden pasar por alto los 16 años que cumplirá Íñigo Oriol en Iberdrola cuando se jubile oficialmente el próximo año.
Lo que sí queda reflejado es que las presidencias más longevas son propias de las empresas con una gran concentración de capital en ciertas familias que mantienen la gestión de la empresa. En las de capital más disperso, las primeros ejecutivos se acercan más a las medias de Booz Allen Hamilton.
'La rotación no es un signo de buen o mal gobierno, puede ser una cuestión totalmente cultural', opina Miguel Trías, profesor de Esade, 'aunque sí puede ser un síntoma de que existe independencia en el consejo'. En este sentido coincide con Luis Ferrandis, socio de Spencer Stuart, que cree que 'es un reflejo de que se está garantizando los plenos derechos de los accionistas'.
Cuando se habla de consejeros delegados, la veteranía tiene otro grado. A pesar de algunas excepciones, como los 17 años de Juan Luis Cebrián en Prisa, la rotación es mayor: 10 de los 23 que hay en el Ibex no superan los tres años en su cargo. También hay algunas curiosas excepciones en las que el consejero delegado supera en veteranía al propio presidente, como es el caso de Gamesa, donde Alfonso Basagoiti ha mantenido en su puesto a Juan Ignacio López, que lo ejerce desde 1996, o en Endesa, donde Rafael Miranda lleva de consejero delgado cinco años más que Manuel Pizarro de presidente. También en Iberia, Fernando Conte ha optado por mantener a Ángel Mullor Parrondo.
'Lo normal es cambiar la estructura directiva, aunque es cierto que existen presidentes más tranquilos que dan un margen de confianza a los equipos anteriores', comenta Ferrandis.
Adiós a la cultura de un solo líder
Trece empresas del Ibex siguen manteniendo en el presidente las dos figuras de máximo responsable del consejo y primer ejecutivo de la gestión diaria. Las principales guías de buen gobierno aconsejan que se separen los cargos de presidente y consejero delegado. Con esta medida, se trata de 'poner una traba al posible abuso de poder', dice Ferrandis.El problema es que, a pesar de que sus beneficios parecen claros, hay grandes problemas para llevarlo a cabo debido al gran poder que concentran los afectados por el cambio, según explica Trías. Esto no sucede en el Reino Unido, donde el 90% de las empresas del índice de Spencer Stuart ya tienen estas dos funciones en manos diferentes, o en Alemania, donde existen dos consejos separados de supervisión y dirección, pero sí en EE UU o España, donde hay una gran tradición de un gestor líder. 'Si queremos realzar la independencia de los consejeros es fundamental que éstos remitan a un presidente, que no sea al mismo tiempo supervisor y supervisado', reflexiona.