Marsh da lecciones para capear una crisis
Michael Cherkasky tranquiliza al mercado tras asumir la presidencia de Marsh & McLennan 'en el peor escenario posible'Para invertir
Marsh & McLennan, el primer intermediario de seguros del mundo, necesitaba un hombre para gestionar la peor crisis de sus 133 años de historia. El mediático fiscal jefe de Nueva York, Eliot Spitzer, había denunciado la existencia de prácticas fraudulentas en la compañía, su valor en bolsa había caído un 47%, su presidente había dimitido y más de 3.000 empleados habían sido despedidos. æpermil;sta fue la delicada situación que encontró Michael Cherkasky cuando le dejaron la compañía en sus manos. 'Era el peor de los escenarios que cabe imaginar', asegura. Seis meses después Marsh ha atravesado el temporal y vuelve a aguas tranquilas.
Cherkasky, que se encuentra en España para su presentación en sociedad (el jueves se reunió, entre otros, con los presidentes de Telefónica, Repsol y Endesa), venía como anillo al dedo para la difícil misión. Por una parte, provenía de una filial de Marsh & McLennan (M&MC) especializada en la asesoría a empresas en situaciones de crisis. Además, conocía perfectamente al hombre que ha removido los cimientos del sector asegurador en Estados Unidos, Eliot Spitzer, y le considera 'un buen amigo'.
En los noventa, cuando Cherkasky era jefe del departamento de investigación en la oficina del fiscal de Nueva York, fichó para su equipo a quien acabaría siendo fiscal jefe. El mismo que años después ha obligado a M&MC a pagar 850 millones de dólares para no llevarlos a los tribunales.
M&MC, una compañía con 62.000 empleados y más de cien filiales, ingresó el pasado ejercicio 12.000 millones de euros, pero las cuentas de 2005 'no serán tan buenas', según Cherkasky. El presidente del primer broker de seguros del mundo reconoce que sus ingresos en Estados Unidos 'caerán en torno a un 10%, la mitad por la renuncia a hacer descuentos a las aseguradoras a las que colocamos grandes volúmenes de riesgo lo que desencadenó la investigación de Sptizer y la otra mitad por la pérdida de reputación'. En 2006, añade, 'el sector y nosotros habremos salido de la crisis'.
Pese a los difíciles momentos que ha vivido la compañía, Cherkasky cree que la confianza de los clientes, pieza clave para el negocio, no se ha resentido. Según un informe elaborado por analistas del Bank of America, el 47% de expertos en riesgos consultados siguen considerando a la compañía líder del sector, frente a un 49% un año antes.
'Además', explica el presidente de M&MC, '400 de las 500 primeras compañías del mundo siguen siendo clientes nuestros. Tan solo hemos perdido una línea de negocio con una de ellas'.
Aunque cree que han sorteado la crisis airosamente, no renuncia a hacer autocrítica. 'Spitzer detectó un problema que teníamos en la compañía: un grupo de siete personas, en la oficina de Nueva York, que pensaban más en sus propios intereses que los de los clientes, a la hora de buscar aseguradoras para colocar paquetes de riesgos por responsabilidad civil de directivos. Su actitud dañaba a la compañía y tanto ellos como sus superiores fueron expulsados', explica.
Cherkasky, contra todo pronóstico, no siente ninguna inquina hacia Eliot Spitzer y hasta saca lecciones positivas de lo ocurrido. 'Nos ha obligado a repensar su negocio. Decidimos sustituir las comisiones por honorarios, para ser más transparentes, y otros nos han seguido. Renunciamos a los rappel por compras, y otros nos han seguido.
Spitzer ha conseguido modernizar las aseguradoras en Estados Unidos', explica. 'Yo he ocupado un cargo similar al suyo y estoy de acuerdo en el fondo de su investigación, pero no en los métodos empleados', dice refiriéndose a las temidas ruedas de prensa del fiscal de Nueva York, que pueden derruir cotización y reputación de cualquier compañía. Respecto a la situación que atraviesa el sector asegurador en Estados Unidos, -azotado todavía por el látigo justiciero de Spitzer- y cotizando por los suelos, Cherkasky es optimista. 'Sé que no se resolverá en días, ni semanas, pero para el año próximo las aguas volverán a su cauce'.
De las empresas españolas habla maravillas: 'En materia de riesgos están tan avanzadas como cualquier multinacional. Son plenamente conscientes de las apuestas que hacen y cómo cubrirlas'.
Un ex jefe de espías al frente de una aseguradora
Micheal Cherkasky, no es un presidente al uso. Antes de llegar al máximo cargo de la consultora de riesgos Marsh & McLennan (M&MC), dirigía Kroll, una empresa de investigación. 'No es de espías', matiza, 'sólo el 10% de nuestro negocio se dedicaba a la investigación pura'. Pero cuando narra algunos de los encargos que tenían, a cualquiera le surgen dudas. 'Hace cinco años, varios organismos internacionales nos pidieron que investigáramos si el presidente de Ucrania, entonces Leonid Kuchma, había intervenido en el asesinato de un periodista crítica con el régimen'.Cherkasky, que suele acudir a su despacho en el atestado metro neoyorquino y come habitualmente en la cantina con el resto de empleados, no tiene nada que ver con su predecesor en el cargo. Jeff Greenberg pertenece a una dinastía que ha copado, durante los últimos cuarenta años, los cargos de máxima responsabilidad en las principales compañías aseguradoras de Estados Unidos. Su padre, apodado El Halcón, dirigió con mano de hierro AIG, la primera aseguradora del mundo, durante 38 años.La salida de Greenberg Junior de la presidencia de Marsh & McLenan tuvo mucho que ver con la negativa del fiscal de Nueva York, Eliot Spitzer, a negociar con la dirección de la consultora de riesgos sobre la investigación que se traía entre manos. Espitare se sintió traicionado por la dirección de M&MC.Por eso fue fundamental la llegada de Cherkasky para desbloquear la situación. El nuevo presidente, que había desarrollado la mayor parte de su tarea profesional en el sistema judicial norteamericano, tenía un activo esencial: era amigo de Spitzer.Cuatro meses después M&MC y el fiscal de Nueva York habían llegado a un acuerdo. El precio a pagar: 850 millones de dólares.