Intriga, historia y humor en 'El egiptólogo'
Para Arthur Phillips (Minneapolis, 1969), 'lo mágico de la literatura es que de repente las ideas surgen y algunas fructifican y se convierten en novela'. Paseando tranquilamente por la calle le vinieron a la cabeza las dos últimas páginas de El egiptólogo, un éxito de ventas en Estados Unidos que Seix Barral acaba de publicar en España. Pero para llegar al sorprendente final, el autor ha tenido que encajar como en un puzzle las dos tramas principales de la novela, aparentemente inconexas y rebosantes de intriga y humor.
La historia de El egiptólogo se inicia en las llanuras del desierto egipcio en 1922. Al tiempo que Howard Carter descubre la tumba de Tutankamon, Ralph Trilipush se juega su reputación profesional y la fortuna de su prometida en su obsesión por encontrar el enterramiento del faraón Atum-hadu (Atum-está-excitado), basándose en un jeroglífico pornográfico. La trama, que el lector conoce a través del diario y las cartas que Trilipush envía a su prometida, se cruza con las indagaciones de Harold Ferrell, un detective australiano en busca de un asesino, narradas en cartas a un descendiente de la novia del egiptólogo.
A Phillips le resulta interesante que haya gente que divida el libro en dos partes. También la crítica ha escrito a favor y en contra de cada una de las dos historias. A él le gustan ambas. 'Entiendo que se establezca esa división, pero no tengo preferencia por ninguna. Disfruté mucho escribiéndolas'.
El autor cree ineficaz esconder lecciones sobre la vida real en la literatura
El autor tardó dos años en completar la historia. Nunca ha puesto un pie en Australia y sólo ha permanecido 4 días en Egipto, los dos principales escenarios de la novela. Tampoco ha llevado a cabo un arduo proceso de documentación, 'porque no estaba escribiendo sobre egiptología, historia o sociología'; ha investigado lo necesario para ubicar cronológicamente los acontecimientos.
Thriller histórico, novela policíaca, de intriga. Arthur Phillips da la impresión de no sentirse cómodo con las calificaciones de géneros literarios. 'Mi sueño es que alguien diga: Es una novela de Arthur Phillips'.
Siempre, hoy está seguro de ello, será ficción. 'Hay autores que utilizan la literatura como vehículo de denuncia, pero bajo mi punto de vista es bastante ineficaz esconder lecciones sobre la vida real en personajes, argumentos, misterios, historias. Meter todo en un paquete y dejar al lector que lo abra'. No le gusta ese paquete como lector y menos como escritor, reconoce.
El egiptólogo encadena el éxito de ventas y de crítica que obtuvo la primera novela de Arthur Phillips, Praga, seleccionada como uno de los libros más importantes de 2002 por The New York Times y traducida a siete idiomas. 'Magníficamente trazada, impredecible, extravagante, sorprendente', ha dicho Matthew Pearl, autor de El club Dante, de El egiptólogo, novela que se ha traducido a 17 lenguas.
Las buenas críticas no le estorban. 'Intelectualmente no son muy relevantes, aunque, por supuesto, prefiero que escriban cosas agradables sobre el libro', confiesa Arthur Phillips.
Un entretenimiento remunerado
Después de graduarse en Harvard, Arthur Phillips viajó en 1990 a Budapest, donde pasó dos años desempeñando varios trabajos -músico de jazz, entre otras cosas-. Su experiencia en la capital húngara resuena en Praga, que tardó en escribir cuatro años.La idea le llegó paseando, como en el caso de El egiptólogo y de la nueva novela en la que está trabajando. 'Es una historia de fantasmas, gótica, en la Inglaterra victoriana. Una historia reconstruida en pedazos, utilizada como pretexto para contar como la gente asimila u olvida su propio pasado', avanza el autor.No se le acaban las ideas. 'Una de las mejores cosas de ser escritor es que vas paseando tranquilamente por la calle y de repente se te ocurre una idea y puedes dedicar dos años a escribir la historia'.En estos momentos, Arthur Phillips tiene varias sobre las que ponerse a escribir, 'que me entusiasman' y en tanto en cuanto pueda seguir encontrando ideas emocionantes todo irá bien. Porque para este escritor, que tiene como referentes literarios a Nabokov, Kafka, Perec, Mann, Kundera, Proust, Woolf, Eliot, Gorey o Cervantes, la literatura 'es la cosa más entretenida que puedo hacer y por la que me pagan'. En realidad, reconoce que escribiría igualmente si no le pagaran, aunque añade, 'por favor no se lo diga a mi editor'.