El universo del lujo se abre a los más pequeños
Grace Kelly fue quien introdujo al modisto Christian Dior en el diseño de prendas para niños. La entonces princesa de Mónaco insistió al fundador de la casa francesa para que creara algunas prendas para el nacimiento de su hija Carolina. Medio siglo después de aquel encargo, el diseño para niños ha dejado de ser un favor puntual para distinguidas clientas y se ha convertido en un negocio a explotar por los grandes diseñadores.
Las más selectas firmas francesas, italianas y norteamericanas han puesto a trabajar a fondo a sus creadores con el propósito de trasladar al mundo infantil el espíritu de sus compañías. Algunas de ellas, como Armani o Dior, se han lanzado a la aventura de crear tiendas dirigidas en exclusiva a los pequeños de la casa, con precios por debajo de las prendas que crean para adultos. En España también se han implantado.
La firma francesa Dior abrió el pasado marzo su primer local Baby Dior en la calle Pau Casals de Barcelona. El establecimiento ofrece tres colecciones surgidas de la inspiración de John Galliano que permiten vestir desde recién nacidos hasta niños de 12 años. Según explican fuentes de Dior, 'no nos dirigimos exclusivamente a un público reducido. Ofrecemos precios asequibles, lo que nos ha permitido contar tanto con clientes fijos como esporádicos, que vienen a la tienda a comprar regalos con motivo de alguna celebración'.
El italiano Giorgio Armani también inauguró su local para niños, Armani Junior, en la madrileña calle de Claudio Coello en 2001. Otras grandes firmas que han puesto a la venta ropa de niños, pero en tiendas multimarca, son Kenzo, Dolce & Gabbana, Versace, Ralph Lauren, Tommy Hilfiger o Donna Karan, quién se introdujo en este mercado hace seis años con la llegada de su primer nieto. El negocio para niños es uno de los ámbitos del mercado de lujo en plena expansión, según explica Susana Campuzano, profesora del Instituto de Empresa y autora del libro El Universo del Lujo (McGraw Hill). 'Todas las marcas de lujo intentan desarrollarse en todo tipo de áreas de actividad. Dirigiéndose a un público infantil realizan una diversificación sencilla, ya que no se alejan de su oficio tradicional', afirma.
Una de las peculiaridades de este mercado de confección es que requiere una renovación del producto constante. 'A diferencia del público adulto, el niño crece y la ropa no puede utilizarla', apunta la profesora. El índice de natalidad también influye en el interés de las firmas por este segmento. Carlos Torrecilla, profesor de Esade, señala que aunque el número de hijos por familia ha disminuido, la partida presupuestaria que están dispuestos a pagar por vestir a sus niños es la misma. 'El dinero que se repartía entre varios hermanos ahora se destina sólo a uno', indica Torrecilla. En su opinión, este hecho también ha permitido que las firmas amplíen clientes, ya que pueden dar cabida a las clases medias. Campuzano deja claro que la compra siempre supone un esfuerzo económico. Una de las razones que mueve a los compradores, en la mayoría de los casos los propios padres del niño, es 'el propósito de desculpabilizarte por no pasar con él todo el tiempo necesario o de paliar la falta de atención ofreciéndole lo mejor', explica la profesora.
Del biberón a la gargantilla
Más allá de diseñar prendas con una etiqueta exclusiva, las grandes firmas han creado una larga lista de complementos pensados tanto para recién nacidos como para casi adolescentes. Para bebés, Baby Dior ofrece biberones, ropa de cama o nidos, así como trajes para bautizo. También disponen de toallas, albornoces, y para las más presumidas, han desarrollado una línea de joyería, que consta de gargantilla y pulseras. 'La bisutería puede compartirla la niña con la madre', explican en el local de Baby Dior en Barcelona.Las gorras, bañadores, mochilas o incluso pins son algunos de los productos más comunes ideados por las firmas para su público infantil. Pese al esfuerzo de intentar atender todas las necesidades del niño con estos productos resulta una incógnita saber si estas compañías lograrán ganarse en el futuro la fidelidad del ahora pequeño consumidor. Mientras Campuzano cree que las marcas sí van conquistando nuevos usuarios, Torrecilla rechaza esta idea. 'Al llegar a la edad adulta se puede crear un cierto rechazo por algo que te han impuesto', opina el profesor de Esade.