Mediterráneo con un toque caribeño
En sus cinco años largos de andadura el restaurante La Camarilla (Cava Baja, 21. Madrid. Tel.: 91.354.02.07) ha pasado por una serie de altibajos que han producido ciertos despistes en la clientela. Empezaron tímidamente, y al poco ficharon a Jorge González, un estupendo cocinero que le dio renovados aires a la castiza oferta gastronómica. Pero el joven vasco se fue y el restaurante pasó por un periodo de cierta confusión culinaria. Ahora parece que las cosas se han centrado con la incorporación de John Carlos Guerrero, un venezolano de 26 años que ha trabajado en establecimientos como Jordi Parramón, en Barcelona, o El Drago, en Tenerife.
El local no ha variado y sigue teniendo ese aspecto de bistrot encantador, prologado por una amena barra para tapear -la zona lo requiere-, surtida de pinchos, tostas, cazuelitas, y apetecibles propuestas varias, para tomar de pie o sentados en alguno de sus veladores (el menú tapeo, 12 euros, con selección de postres). Dentro, en el comedor, la cocina de Guerrero denota originalidad, sabores contrastados, ciertos guiños a lo caribeño y una tendencia al barroquismo que, si modera, mejorará las recetas.
Tiene platos de planteamientos curiosos, como la tempura de verduras (en realidad un rollo de rebozo crujiente aromatizado con curry) y gusto más ligero, como la ensalada de atún en conserva y alioli de pimentón, con un punto refrescante aportado por el apio.
Sin embargo buena parte de las propuestas adolecen de sabores acusados, como la terrina de foie (en la que predomina el clavo) o el rape con polvo de setas, que elabora con excesivos ingredientes. La carrillera de ibérico, más sencilla en su concepción, resulta estupenda.
En los postres no falta el chocolate venezolano o los dulces con frutas de aire tropical. Bodega correcta a precios moderados. Precio medio: 40 euros. Menú (tres platos y selección de postres): 30 (ambos sin vinos).