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Incertidumbre en Europa

Los holandeses se aprestan a decir 'no' a la Constitución

Holanda acude hoy a las urnas para pronunciarse sobre la Constitución europea sólo tres días después de que Francia votara en contra del texto. La probable victoria del no por segunda vez consecutiva amenaza con hacer descarrilar definitivamente el proceso de ratificación.

Los últimos sondeos publicados el lunes sobre la consulta holandesa otorgan una victoria del no por el 59% o 60% de los votos emitidos. Aunque en este caso el referéndum sólo es consultivo, el Gobierno de Jan-Peter Balkenende difícilmente podrá ignorar el resultado salvo que la participación (que se prevé muy baja) no supere el 20 o 30%. Esa posibilidad ha perdido enteros después del varapalo popular propinado a la Constitución en Francia.

La alarma ante la posibilidad de que otro país fundador se oponga a la Carta Magna empezó ayer a resquebrajar la aparente tranquilidad de las instituciones comunitarias tras el batacazo francés.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, anunció que se reunirá el jueves con los presidentes de todos los grupos parlamentarios de la Eurocámara. Aunque el encuentro estaba previsto desde hace tiempo, el equipo de Barroso reconoce que la agenda incluirá una revisión de la situación del proceso de ratificación del texto constitucional.

Ese mismo día se reunirá con carácter extraordinario la comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europea para abordar el mismo asunto.

Alarma política

Bruselas teme, sobre todo, que las dos victorias consecutivas del no en países tan importantes (Holanda, en términos proporcionales a su población, es el principal contribuyente del presupuesto comunitario) aliente la oposición a la Carta Magana en los siete países que tienen prevista una consulta. Esa posibilidad, cada vez más cierta, podría aconsejar detener el proceso de ratificación. La cita más inminente es en Luxemburgo el 10 de julio, y no hay indicios de oposición al texto.

Pero en Holanda, la estrategia de los partidarios del sí de animar a los ciudadanos a marcar la diferencia con Francia no parece haber dado resultado y el contagio comienza a materializarse. Los sondeos reflejan desde la consulta francesa del domingo pasado un incremento de hasta dos puntos en la intención del voto negativo contra la Constitución. El referéndum francés ha borrado cualquier posible sombra de temor de la población holandesa a quedarse aislada en el proceso de ratificación. Si votan no, ya no serán los únicos. Ni siquiera los primeros.

La UE estudia suspender el proceso

La victoria del no en Francia cuestiona la utilidad de la ratificación de la Constitución europea en los 15 países que aún no lo han hecho y, sobre todo, en los siete que después de Holanda someterán el texto a referéndum.A pesar de los llamamientos oficiales a continuar el proceso, El Consejo Europeo del próximo 16 de junio estudiará la posible suspensión de las ratificaciones pendientes, algunas tan complicadas como las del Reino Unido, Dinamarca o la República Checa.Londres, en concreto, desea cancelar la consulta pero, según fuentes citadas por Reuters, quiere que 'los líderes de los Veinticinco decidan juntos cómo actuar'.'A parte de las implicaciones jurídicas, en la decisión que se tome pesará tanto o más la interpretación política de los resultados', reconocen en la Comisión.El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, dejó ayer entrever, según France Presse, que si el Consejo Europeo no respalda sin ambages la continuación del proceso, Copenhague también suspenderá el referéndum.

Un país inseguro de sí mismo

La consulta holandesa sobre la Constitución europea aparece marcada por una crisis de identidad y una falta de confianza en el país tan grave como la que sufre la República francesa. Las crecientes reticencias hacia el proyecto de integración europea acrecientan aún más la posibilidad de que el no se imponga en el referéndum de hoy.Holanda, país fundador de la UE, como Francia, se ve cada vez menos identificado en la Europa de los Veinticinco y una parte de su población teme que la pequeña nación se disuelva en una unión federal europea. La desaparición de su moneda, el estable florín, agrava esa sensación en una opinión pública que culpa al euro de las tensiones inflacionistas de la economía holandesa.Holanda ha sido, además, uno de los países más afectados por la recesión de Alemania, país con el que le unen estrechísimos lazos económicos.'Los holandeses pueden votar no, básicamente, por tres razones', afirma Daniel Keohane en un informe del instituto Centre for European Reform. 'La primera, por disgusto con la política nacional; la segunda por el desencanto con la Unión Europea; y la tercera, porque piensan que Europa no está controlando suficientemente la inmigración'.Los partidarios del no agitan, además, la presunta amenaza que supondría la Constitución europea para algunas de las leyes más avanzadas del país, como la legalización del cannabis o de la eutanasia.

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