Personajes solitarios navegando a la deriva
Inquietantes, irónicos y, en ocasiones, irreales son algunos de los adjetivos que evocan los cuentos de Jorge Eduardo Benavides, escritos a lo largo de varios años y reunidos en el libro La noche de Morgana (Alfaguara). Y aunque cada relato es diferente, el ritmo de todos ellos coquetea con el suspense y sus protagonistas comparten características: náufragos en un entorno que les hace más vulnerables. Al fondo, casi siempre se percibe su Perú natal.
Pero él que describe la soledad o el miedo, afirma que no se siente instalado en el escepticismo. 'Me consideró un pesimista activo. Digamos que tengo la convicción de que las cosas siempre pueden ir a peor, lo cual no significa que uno no tenga que hacer nada para remediarlas. Lo que hay en mi literatura no es en absoluto decepción, es una forma de ver la vida'.
Y reconoce que, pese a que la política también asoma en estos cuentos, al igual que en sus novelas anteriores, ha evitado las conclusiones éticas. 'No está bien, y sobre todo en es tipo de literatura. No me gusta incluir párrafos que pueden desmoronar todo un cuento', destaca. 'Creo que el escritor debe dedicarse exclusivamente a escribir su historia y permitir que el lector saque por sí mismo sus conclusiones'.
Al igual que otros autores resalta la dificultad que entrañan los cuentos, que en su caso están llenos de densas historias. 'Prefiero escribir novelas, es un mundo más amplio que te permite trabajar con muchos hechos y personajes. Tal vez después de este libro no escriba ningún cuento más, porque es un genero muy difícil y en él se nota más la tradición literaria'. 'Yo me consideró heredero del cuento hispanoamericano, de Borges, de Cortázar, de Rulfo'. Benavides, que llegó a Tenerife en 1991 y que ahora reside en Madrid, cree que también ha sido impactado por escritores españoles actuales, 'como Javier Marías, Juan José Millás o Rosa Montero'.
En el lenguaje de sus cuentos se refleja, como ocurre en sus novelas Los años inútiles y El año que rompí contigo, la capacidad para reflejar lo más luminoso del idioma español, aunque él declara que 'su lenguaje no es preciosista, pero sí de precisión'. 'Corrijo mucho, lo cuido, es la herramienta básica de la literatura'. Y confía en el futuro de la novela, 'es un genero de gran vigor que sabe adaptarse y que no ha quedado anclado en el siglo XIX'.
'No hay una relación sana con un país si no es de amor-odio'
Su próxima novela va a volver a desarrollarse en Perú, y con ella quiere dar por cerrado un ciclo. Ha sido critico con los diferentes Gobiernos peruanos, 'porque con lo que hemos tenido como presidentes allí es difícil no serlo'. Además detesta las visiones edulcoradas y nacionalistas. 'Nadie tiene una relación sana con un país si no es de amor-odio'. Se siente tímidamente optimista ante la realidad de que 'la población blanca, de origen anglosajón o mediterráneo, que ha tenido todo el poder y que ha vivido aislada, está más arrinconada'. Y reconoce que para él, como para otros autores de su generación, Vargas Llosa 'es una referencia y uno de los escritores clave del siglo pasado'.