Sombras sobre los fabricantes alemanes de coches
Bernd Pischetsrieder, jefe de VW, compara los cambios que se están registrando en las preferencias de los consumidores con un reloj de arena: mientras por arriba crece la facturación de las marcas de lujo, en la parte inferior aumenta el negocio de los coches pequeños y medianos de precio extremadamente bajo. Un fenómeno que no sólo afecta a la industria del automóvil sino a todos los servicios y bienes de consumo.
La clase media alemana -representada por el trabajador especializado que los sábados se desplazaba con su Opel a los almacenes Karstadt, hoy también en crisis- ha dejado de ser la que era. Ha menguado. Algunos se han hecho más ricos; otros más pobres. Y los que se han mantenido tienen otros gustos o manejan el dinero de manera diferente. Son los denominados smart shoppers. Ahorran en determinadas cosas para gastarse más dinero en otras.
David Bosshart, jefe del instituto de investigación socioeconómica Gottlieb Duttweiler de Zurich, señala que 'el consumidor de hoy es pobre y, por tanto, no puede elegir. O es muy listo y decide con criterio si compra ese producto tan caro que responde a su estilo de vida u opta por esa oferta que satisface el resto de sus necesidades al menor precio'. En este sentido, la crisis de determinadas firmas tradicionales de la clase media (Opel, Karstadt) respondería a la crisis de su modelo de negocio.
Además, la globalización sigue apretando las tuercas a la industria del automóvil alemana. Hasta ahora la debacle afectaba a las firmas tradicionales de clase media (Opel).
Hoy la competencia feroz, el exceso de oferta en el mercado automovilístico mundial y los elevados precios del acero y el petróleo están repercutiendo en las cuentas de todos los fabricantes de automóviles: también en los de lujo. Mercedes ha sufrido en el primer trimestre de 2005 pérdidas por 954 millones de euros. BMW ha registrado una caída de facturación del 4,2 % y del 5,4% en el resultado antes de impuestos. Y todavía no se sabe qué pasará cuando a finales de julio expire el contrato de Porsche que garantiza la producción en Alemania.
También la debilidad del dólar está machacando el negocio automovilístico alemán (5,36 millones de automóviles y camiones en 2004), muy dependiente de las exportaciones.
Los pésimos resultados de Mercedes se deben a los elevados costes de saneamiento de la deficitaria marca Smart y a los problemas de calidad de sus automóviles, que le han obligado a realizar la mayor campaña de revisión de su historia. A principios de abril el consorcio contactó con los propietarios de 1,3 millones de automóviles por problemas en el equipo electrónico. La prestigiosa marca de Stuttgart sufre bajo una fuerte pérdida de imagen y de ventas. El Smart, que se fabrica en Hambach (Francia), ha ocasionado pérdidas por 2.500 millones de euros hasta finales de 2004, de los cuales 600 millones corresponden al pasado año. Ahora se eliminarán 700 de los 2.200 puestos de trabajo de la fábrica francesa. Mercedes vendió 224.429 automóviles en el primer trimestre de 2005 (-7,7%).
También han caído la facturación y los beneficios de otro fabricante de lujo: BMW. El grupo consiguió vender 292.000 automóviles en el primer trimestre (cifra récord que supuso un incremento del 8,2%). Pero facturó 10.400 millones de euros, un 4,2% menos y con un descenso del 5,4% en el beneficio. En cuanto a Porsche, su estrategia de satisfacer a una demanda cada vez más diversa y entrar en nuevos segmentos del mercado (Cayenne, el nuevo todoterreno) le llevó a un récord de ventas y facturación en 2004. El pasado año, Porsche alcanzó por décimo año consecutivo un incremento de beneficios: 1.088 millones antes de impuestos.
Cambios
La competencia feroz, el exceso de oferta en el mercado automovilístico mundial y los elevados precios del acero y del petróleo están repercutiendo en las cuentas de todos los fabricantes de automóviles, incluidos los de lujo, con un consumidor más exigente