Viaje a la intimidad del artista
¿Qué siente un artista cuanto está a punto de salir al escenario a cantar una ópera o un concierto? 'En el camerino ocurren mil cosas de lo más cotidiano', responde el sopranista Flavio Oliver. Los espectadores se sentirán como un voyeur mirando por la cerradura de su camerino con Castra Diva, el cantante en el espejo, un espectáculo coproducido entre el Teatro del Liceu y el Real, que el coliseo madrileño presenta desde hoy hasta el 13 de mayo, en la sala alternativa del Café de Palacio.
El director de escena Joan Anton Reich propone un recorrido sentimental aderezado por un recorrido musical de la mano del pianista Francisco José Segovia. Desde Gluck a Montsalvatge, Mompou a Händel, Rossini a Rodrigo. Fue el Liceu quien le propuso hacer un espectáculo con Flavio Oliver, cantante, compositor y actor español que ha cosechado críticas muy favorables con Tolomeo de Giulio Cesare y Orfeo ed Euridice de Gluck. La idea inicial era hacer algo sobre los castrati, esos cantantes que cautivaron Europa durante los siglos XVII y XVIII, pero le pareció más interesante que la dramaturgia girase sobre los sentimientos del artista, reconoció ayer Reich, quien ha trabajado con directores como Abbado, Bieito, Font o Wernicke.
Lo que hicieron fue trabajar sobre el repertorio de Flavio Oliver, desarticularlo y articularlo en favor de la dramaturgia perseguida. El espectáculo Castra Diva, estrenado el pasado año en el Teatro del Liceo de Barcelona, se apoya en la música y en el elemento escénico. 'La escenografía del espectáculo es un espejo gigante en el que está inmerso Flavio', explica el director. Gracias a él, el espectador accede a la intimidad del cantante. 'Flavio ha sido una persona muy generosa en el escenario', desveló Reich. Flavio Oliver, por su parte, se mostró satisfecho con este concierto escenificado, en el que se muestra el aspecto más rutinario de una persona. 'Creo que la gente magnifica mucho al artista', asegura.