La corrección de verdad, en EE UU
El mercado anda más que revuelto en las dos últimas sesiones a cuenta de la posible desaceleración de la actividad, tanto a nivel macro como microeconómico. Los resultados de IBM desataron los nervios que, a duras penas, los inversores habían conseguido domar. Pero abierta la espita de la volatilidad las aguas lo van a tener complicado para volver a su cauce.
Si hace una semana las cosas parecían encarriladas y el petróleo era el principal quebradero de cabeza de los operadores, hoy el inversor se enfrenta a un escenario incierto. En lo económico, quedan docenas de resultados empresariales y datos macro por publicarse. Demasiados, teniendo en cuenta que las perspectivas se han vuelto más inciertas en los últimos días y que el mercado está nervioso. Probablemente las próximas sesiones muestren una Bolsa caprichosa, sin un fondo de mercado claro.
Teniendo en cuenta que el mercado viene de dos años de recuperación, el contexto invita a deshacer posiciones, al menos como una táctica a corto plazo. Pero puede ser ésta una lectura demasiado guiada por la coyuntura. Aunque la retórica financiera fuese la propia de tiempos de bonanza, lo cierto es que Wall Street, tras las últimas caídas, acumula una pérdida anual del 6,5% en el Dow y del 12% en el Nasdaq.
Muy mal se tendrían que dar las cosas para que se registrasen fuertes pérdidas adicionales. Dicho de otro modo, el suelo del mercado puede no estar lejos para los índices de Estados Unidos, salvo catástrofe. Y si Wall Street encuentra soporte, las Bolsas europeas podrán respirar.
De hecho, este mecanismo fue el que salvó los muebles en la sesión de ayer. La Bolsa de Estados Unidos llevaba varias sesiones de fuertes pérdidas, de modo que cuando abrió sus puertas pudo aguantar el aluvión vendedor que, en esos momentos, teñía de rojo los principales mercados europeos.