Ferrys, más de diez años en crisis
La textil valenciana no puede atender sus deudas pese a haber recibido 20 millones de la Generalitat
Tres regulaciones de empleo, una suspensión de pagos y más de 20 millones de euros aportados por la Generalitat Valenciana no han servido a Ferrys para salir de la crisis. Ahora, en proceso concursal, la empresa prepara un plan de futuro que supondrá nuevos despidos y posiblemente la externalización de parte de la producción, si no toda.
Un juzgado de Valencia admitió a trámite la semana pasada el proceso concursal presentado por Géneros de Punto Ferrys ante la imposibilidad de la firma textil de hacer frente a las deudas de unos 18 millones de euros con la Agencia Tributaria, la Seguridad Social y el Fondo de Garantía Salarial. Es el penúltimo episodio de una larga crisis y que tiene visos de culminar una reconversión de la compañía textil que fue líder en el segmento de ropa interior durante muchos años.
Desde que los empresarios Luis del Castillo y Carlos Dobarro se hicieron cargo de la empresa en 1995 -según se dijo entonces por el precio simbólico de una peseta- tomando la participación tanto de la familia Ferri, la fundadora, como de la multinacional Devanlay, la situación de Ferrys ha ido de mal en peor, a pesar incluso de las reducciones de plantilla, que han dejado la nómina de empleados en unos 540 frente a los más de mil que tenía hace diez años.
Ninguno de los planes anunciados por los propietarios se ha cumplido, especialmente la posible entrada de capital en la empresa que le permitiera un relanzamiento. Nunca se supo de esos inversores prometidos por Del Castillo y Dobarro. Las deudas han ahogado a Ferrys que se enfrenta ahora a un futuro complicado.
Según explica Fermin Palacios, secretario general del Sindicato Independiente, mayoritario en el comité de empresa, 'el futuro de la compañía dependerá del plan que está elaborando una consultora externa, pero a buen seguro conllevará nuevos despidos'. Lo cierto es que las posibilidades que se barajan son dos: o convertir a Ferrys en una empresa meramente comercial y subcontratar la totalidad de la producción fuera de las fronteras o un término medio, manteniendo parte de la producción de forma directa. Sea cual sea la solución que se adopte, la plantilla deberá reducirse notablemente. Ferrys ya fabrica parte de su producción en Túnez en una empresa que, según diversas fuentes, es propiedad de los propios Del Castillo y Dobarro.
La 'operación Zaplana'
Entre las posibilidades que se barajaron en los últimos años como solución para la crisis hubo una operación que, según fuentes sindicales, estaba avalada por el entonces ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, y que consistía en crear una nueva sociedad a la que se subrogarían las deudas y, mediante 'ingeniería mercantil' se conseguiría dejar a Géneros de Punto Ferrys limpia para empezar de cero. Esta operación, para la que se creó la sociedad Confecciones Textiles Levantinas, no cuajó.La crisis de Ferrys también ha tenido su vertiente política, ya que se llegó a barajar la posibilidad de recalificar el terreno sobre el que se asienta la factoría, lo que supondría ingresos suficientes para atender las deudas de la empresa que cambiaría su ubicación. Nada de eso salió adelante, provocando incluso una crisis en el ayuntamiento de la localidad de Canals, en la que está la empresa, que criticó la falta de apoyo de la Generalitat Valenciana para crear un nuevo polígono industrial en la zona.La crisis de Ferrys tiene una fuerte influencia en Canals, localidad cercana a Xàtiva, donde muchas familias y pequeños talleres dependen de la histórica firma textil.