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CincoSentidos

Tres formas de vivir en la élite del golf

Hace meses que no hay entradas a la venta para presenciar los cuatro días de competición del Masters de Augusta, el primer grande de la temporada de golf, a no ser que se esté dispuesto a abonar una cantidad astronómica en la reventa que se instala en los mismos accesos al recinto. Los únicos que disponen de un remanente limitado son los jugadores, ocho para cada uno.

A ninguno de los tres representantes españoles en la edición de este año, José María Olazábal -el único que sabe lo que es ponerse la chaqueta verde-, Sergio García y Miguel Ángel Jiménez, les quedan entradas disponibles. Para este torneo se multiplican las peticiones, reconoce el representante de Olazábal, Sergio Gómez. 'Tenemos compromisos para los próximos años', dice. Y reconoce que él también tiene su propia lista de espera.

Olazábal se instaló en la casa que todos los años alquila en las inmediaciones del Augusta National Golf Club. Un área residencial tranquila, en compañía de su representante y de algún amigo que, esporádicamente, pueda visitarle, aunque desde el miércoles por la noche, vigilia del inicio del torneo, el de Hondarribia sólo busca tranquilidad.

Las fiestas de Jiménez, el más extrovertido, duran hasta la madrugada

La casa de Sergio García es otra cosa. Sus padres, sus hermanos y los amigos disfrutan algo más del bullicio que existe en torno al Masters, un torneo que atrae espectadores desde todos los rincones de EE UU y que cada noche llena los mejores restaurantes de la ciudad. Antes de comenzar a competir, a Sergio le gusta disfrutar de una hamburguesa gigante en uno de los locales de moda donde, tras ser reconocido, firma unos cuantos autógrafos, se fotografía con algunos fans y encaja con una sonrisa los golpes en la espalda deseándole que gane.

Después de la primera vuelta del torneo todo es distinto. García se recluye en la casa donde su madre le prepara platos del añorado sabor mediterráneo que ahora, tras seis semanas en EE UU, echa en falta. Otro objetivo es localizar un canal a través del que seguir la transmisión del Real Madrid-Barça.

Miguel Ángel Jiménez también disfruta de una típica residencia estadounidense, con su acceso de vehículos por encima de la acera ajardinada, con su zona para entretenerse y lanzar una pelota contra una canasta, y la posibilidad de sacar de la cesta un enorme guante y un bate de béisbol. En el interior, enormes sillones y sofás y un inmenso aparato de televisión. Pero lo más importante es que la casa cuente con una gran cocina y un enorme frigorífico. Aquí es donde Jiménez se reúne a diario con sus amigos de Málaga que le siguen por el campo como una auténtica peña. Nunca falta el jamón, el queso ni el buen vino. La residencia es lo que más se puede asemejar a una caseta de la Feria de Abril en Estados Unidos.

El buen ambiente sigue hasta la madrugada en la residencia que ocupan los invitados de el Pisha. æpermil;l, después de cenar, se marcha a la habitación de su hotel y deja que la fiesta continúe en la mansión que ocupan sus seguidores invitados.

'Por cierto, ¿no os sobrará ningún pase de parking?', pregunta el de Churriana al periodista, para intentar contentar a todos. 'Soy feliz con mis amigos y me gusta su compañía', dice el andaluz, que se muestra menos presionado que sus colegas.

Una gran concentración de aviones privados

El auge de la aviación privada en Estados Unidos se pone de manifiesto estos días en la pequeña localidad de Augusta con motivo de la celebración del Masters, el torneo de golf más prestigioso del mundo.En los tres pequeños aeropuertos que existen en la ciudad se multiplican por cinco el número de operaciones diarias con respecto al resto de semanas del año. No son sólo los golfistas, quienes en los últimos años han puesto de manifiesto sus preferencias por este medio de transporte, los únicos que lo utilizan. Hombres de negocio, invitados de grandes corporaciones, llegan a diario hasta Augusta para asistir al desarrollo del torneo. Desde Tiger Woods, que alquila el avión que precisa según la ocasión, a aquellos que lo tienen en propiedad, como Nick Price, Jack Nicklaus o Greg Norman, pasando por aquellos que se agrupan para compartir los gastos.Utilizar un avión privado en Estados Unidos se ha convertido en una operación cotidiana. Las numerosas empresas de alquiler de aeronaves ofrecen un servicio a la medida del cliente. Los precios varían según sea la distancia a recorrer, los días que se empleará el avión y las atenciones que pueden ofrecerse a bordo.En Augusta aterrizan desde modelos utilitarios, como la Cesna Citation, cuyo precio de compra se sitúa alrededor de los 16 millones de dólares, a los sofisticados y exclusivos Gulfstream, que cuestan 50 millones.Muchos de estos aviones permanecen en las áreas de aparcamiento de los aeródromos de Augusta. Los precios por aparcamiento y día no son muy superiores a la de algunos parkings de coches, pues oscilan entre los 30 y 80 dólares por día, según el tamaño del avión. El domingo por la tarde, al finalizar el torneo, se prevén aglomeraciones para abandonar Augusta.

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