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CincoSentidos

Mágica Laponia

Imaginen que, a punto de entrar en la cama, alguien llama a la puerta de la habitación y dice: 'Está ahí fuera'. Sales a toda prisa y allí está, sobre el río helado y el manto de nieve: una aurora boreal. Un látigo de amatista acariciando las estrellas en una gélida oscuridad de unos 30 grados bajo cero. Imaginen que al día siguiente el sol despierta a bosques y lagos que parecen dulces escarchados y por allí te deslizas en trineo, arrastrado por perros de ojos azules, o un reno taciturno. Imaginen que acaban la jornada, agotados, en una sauna de humo, y que salen a refrescarse sumergiéndose en un hoyo abierto en un lago helado, antes de cenar un salmón tostado junto al fuego y escuchar el haiku o canto ancestral de un pastor sami, que habla, como en todas partes, de trabajos, amores y desengaños.

Laponia es un país mágico, donde habitan más renos que cristianos. La puerta de entrada a la Laponia finlandesa es Rovaniemi, por donde cruza el círculo polar ártico -lo que define al círculo polar es que, dentro de él, hay por lo menos un día de verano en que el sol no se pone, y un día de invierno en que no sale-. Rovaniemi se ha hecho muy popular, en parte porque cerca de allí vive (o tiene su 'taller') Papá Noel; pero sobre todo porque ha desarrollado de forma extraordinaria actividades (mejor que deportes) de nieve. Además, se hace obligada su visita por el llamado Arktikum, que es algo más que un museo: magnífico, inmenso, una especie de enciclopedia divertida de cuanto se refiere a la vida en el polo norte.

Los turistas encuentran de todo en Rovaniemi. Ocio en la nieve, un algo de vida urbana (compras, discotecas) y sitios singulares, como restaurantes (e incluso hoteles) alojados en iglús, donde mesas, camas, sillas, hasta vasos o floreros están tallados en el hielo. Lo que más sorprende es que no se pasa frío; antes de iniciar cada actividad se dota de traje térmico y calzado a los participantes. También sorprende comprobar que los coches se desplazan por aquellos gélidos territorios como si tal cosa, gracias a neumáticos de clavos. Rovaniemi fue quemada por los nazis, al retirarse éstos de Finlandia, y rediseñada por el gran arquitecto nacional Alvar Aalto, quien dio forma de asta de reno a su planta y dejó dos edificios singulares, la biblioteca y la Casa Lapia.

El ocio en la nieve que ofrece la naturaleza prístina de esta región se amplía hasta el límite que el turista se marque

Pero quedarse en Rovaniemi es casi como quedarse a las puertas. Un poco más al norte, en Kittilä, la vida ártica acentúa sus rasgos. Calles y casas, pintadas de rojo oscuro y siempre en espacios desahogados, parecen postales navideñas. Cerca de Kittilä, Levi fue distinguida el pasado año como la estación de esquí mejor equipada de Finlandia. Las pistas no son difíciles ni empinadas (el pico más alto de todo el país no llega a los 1.400 metros) y se han multiplicado tanto los arrastres como los alojamientos (unas 18.000 camas). La vida aprés-ski es animada: restaurantes de todo tipo, spas, saunas y discotecas con grupos más o menos conocidos, karaoke, minicasinos... Quienes quieran naturaleza pura, sin la molicie civilizada, sólo tienen que proseguir hacia el norte, hasta Harriniva. Allí, en un complejo fundado hace 30 años por Hahnes Pietikainem y regido por su hijo Kyosti y los hijos de éste, se funden las delicias del confort moderno con el lado más salvaje de Laponia.

Se puede hacer de todo. Excursiones en moto de nieve a poblados samis, paseos en trineos tirados por huskies (tienen granja propia, con más de 400 animales, siberianos y de Alaska) o arrastrados por renos, esquí de fondo o raquetas de nieve. Pero lo más excitante es pasar la noche en un iglú de hielo (se pasa calor), o alejarse en moto de nieve hasta una cabaña perdida en el bosque, sin luz eléctrica, pero con sauna, comodidad y el misterio de los bosques.

Guía para el viajero

Cómo ir Finnair (902 178178, www.finnair.com/es) tiene un vuelo diario desde Madrid a Rovaniemi vía Helsinki, y otro en código compartido con Iberia, el precio de Madrid a Rovaniemi i/v es a partir de 436 euros más tasas (unos 70 euros).Catai Tours (www.catai.es) comienza a operar en Semana Santa un vuelo directo desde Barcelona a Rovaniemi con Finnair. El precio base del viaje, del 24 al 28 de marzo, es de 895 euros, e incluye vuelos, traslados, guías en castellano durante todo el viaje, cuatro noches de alojamiento y desayuno bufé en el hotel Rantasipi (cuatro estrellas), entrada al Arktikum, seguros y documentación. En agencias.DormirEn Rovaniemi: Lapland Hotel Sky Ounasvaara (Ounasvaara, +358 16 3353311, skyhotel@laplandhotels.com, www.laplandhotels.com) aunque algo retirado, en la colina de Ounasvaara, es confortable y amplio, algunas habitaciones con su propia sauna. En Levi: Hullu Poro ('el reno loco') (+358 16 6510100,www.crazyreindeer.com, www.hulluporo.fi) tiene una atmósfera desenfadada y todo tipo de comodidades. En Muonio (Harriniva): el Centro Harriniva (+358 16 5300300, info@harriniva.fi, www.harriniva.fi) es un complejo que incluye habitaciones en el hotel, cabañas, incluso iglú de hielo para dormir, y organiza todo tipo de actividades de nieve.

 

ComerEn Rovaniemi, el restaurante Santamus (junto al pueblo de Santa Claus, +358 16 318552, www.santamus.com) es un lugar muy especial, para comer escuchando música tradicional, con posibilidad de sauna o quedarse a dormir, pero sólo funciona para grupos (4-6 personas mínimo, con reserva). Lo mismo ocurre con el restaurante de hielo Snowland (+358 16 347117, www.snowland.fi) donde mesas, sillas y hasta vasos son de hielo. En Levi: cena lapona a base de reno, en torno a un fuego central, en Kammi (cabaña del Hullu Poro), reservas: +358 16 6510252.

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