Plegarias en la agonía final de Juan Pablo II
Millones de católicos, junto a otros cristianos y comunidades islámicas y judías, celebraron ayer vigilias en todo el mundo pendientes de la agonía del papa Juan Pablo II. Miles de fieles se concentraban desde primeras horas en la plaza de San Pedro, a la espera de las noticias y los rumores de muerte y coma (desmentidos posteriormente por fuentes vaticanas) que iban llegando poco a poco sobre la debilitada salud del Pontífice de 84 años.
Tras el comunicado hecho público ayer por el Vaticano, en el que se señalaba que la salud de Juan Pablo II se encontraba 'notablemente comprometida' con un cuadro clínico de insuficiencia cardiovascular y renal, a última hora de la tarde el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini, aseguraba que el Papa ya 'veía y tocaba' a Dios. Poco después, fuentes médicas anunciaron que no había esperanza. Al cierre de esta edición, fuerzas de seguridad mantenían una estrecha vigilancia en torno a la Santa Sede, mientras oleadas de fieles se acercaban para decir adiós a Juan Pablo II.
Un ritual medieval
La elección de sucesor comienza a los 20 días de la muerte del Pontífice
A la espera del fallecimiento del Pontífice, las autoridades vaticanas se preparan para un ritual que se ha mantenido intacto durante siglos. De acuerdo con él, en el momento en que Juan Pablo II fallezca y los médicos certifiquen su muerte, el cardenal carmalengo (cargo que ostenta el español Eduardo Martínez Somalo) se acercará al cuerpo y le llamará tres veces por su nombre de pila.
Después, golpeará su frente con un pequeño martillo de plata y a continuación dirá: 'vere papa mortuus est' (de verdad el Papa ha muerto). La ceremonia finalizará con la destrucción del anillo papal -llamado el Anillo del Pescador- y del sello papal ante los cardenales, un gesto cuyo objetivo era impedir la falsificación de documentos vaticanos. Una vez levantada el acta del fallecimiento, las campanas de San Pedro tocarán a muerto para anunciar al mundo la muerte del Pontífice.
Las autoridades del Vaticano esperan a partir de ese momento la llegada masiva de fieles desde todas las partes del mundo para acudir a los funerales y visitar el cuerpo de Juan Pablo II durante los tres días en que estará expuesto al público. Así, ayer las autoridades locales de Roma anunciaron que se establecerán zonas con tiendas de campaña y otras estructuras como alojamientos provisionales. Desde 1978, Roma no ha vivido la muerte de un Papa.
Veinte días después, se iniciará el cónclave para la sucesión en la capilla Sixtina en el que participarán todos los cardenales, aunque sólo tendrán derecho a voto los menores de 80 años. Actualmente, hay 183 cardenales, de los que 119 tienen menos de esa edad. Los otros 64, octogenarios, podrán ser elegidos y participar en las reuniones preparatorias, pero no elegir.
Una vez designado el sucesor, para lo cual es necesaria mayoría de al menos dos tercios más uno, que podrá modificarse si no se llega a un acuerdo, se le preguntará al elegido si acepta el nombramiento. Será entonces cuando se verá la fumata blanca que anuncia el fin de la elección y cuando el cardenal de más edad anunciará que hay nuevo Papa.
Después de eso, las campanas de San Pedro y las de todas las iglesias del mundo comenzarán a repicar.