Brasil, el alumno aventajado del FMI
El Gobierno conquistó, con el sacrificio del pueblo brasileño el derecho de andar con las propias piernas', dijo el lunes triunfal el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ante una corte de empresarios. El ministro de Economía, António Palocci, acababa de anunciar que Brasil no necesita ya el dinero del Fondo Monetario Internacional (FMI), tras casi siete años de relación. Los buenos datos económicos de los últimos meses, resumidos en un crecimiento del PIB del 5,2% en 2004, son el aval con el que ahora cuenta el país para atraer inversiones y hacer frente a sus responsabilidades. 'Tuvimos el mejor crecimiento económico de los últimos 10 años y el mayor incremento de la producción industrial de los últimos 18. Todos los indicadores se han desarrollado de forma positiva y por eso creemos que no es necesario renovar el acuerdo', explicó Palocci.
Brasil se convirtió en el mayor deudor del FMI al firmar un acuerdo en septiembre de 2002 por valor de 30.400 millones de dólares, que fue ampliado por Lula en diciembre de 2003 a 41.700 millones. De ellos, el país sólo ha hecho uso de 26.000 millones y desde finales de 2003 no retiraba ninguna cantidad. Las ventajas de contar con el dinero del Fondo se han puesto siempre en duda en los países latinoamericanos y el propio Lula recordaba el lunes los tiempos en que miembros de su Gobierno portaban pancartas contra el Fondo. Ya en el poder, Lula fue más allá de las exigencias del Fondo al autoimponerse un superávit fiscal del 4,25%, superior al 3,75% exigido por dicho organismo.
Ello le convirtió en el modelo al que recurrir para tratar con otros países, como el enfant terrible que es Argentina, que suspendió el pago de su deuda y el acuerdo con el Fondo. 'Brasil es un ejemplo porque la economía ha crecido incluso teniendo un acuerdo con el FMI, que siempre limita las inversiones y el crecimiento', explica Alexandro Agostini, economista de GRC Visao.
El propio director gerente del Fondo, Rodrigo Rato, ha puesto a Brasil como modelo a seguir siempre que ha podido. Rato ha declarado que la decisión del Gobierno 'refleja los impresionantes resultados obtenidos' gracias a la estabilidad macroeconómica y las reformas puestas en marcha. Palocci se ha comprometido a continuar la disciplina fiscal, aunque ya no esté bajo la tutela del Fondo, un aval para los inversores y un motivo de preocupación para quienes esperaban una política más social de un Gobierno de izquierdas.
Los analistas han considerado positiva la ruptura con el Fondo porque da más libertad para las inversiones, pero el Banco Central ha alertado sobre los efectos de una coyuntura externa adversa. El Gobierno, sin embargo, responde que la economía es ahora menos sensible a las crisis externas e incluso al encarecimiento del petróleo, pues su autoabastecimiento ha mejorado. En cualquier caso, la puerta del FMI no se cierra a su mejor alumno. 'El año próximo puede ser peor, pero sin comparación con 2002. Y si hay algún tipo de crisis de liquidez en el futuro, nada impide acudir al FMI de nuevo', opina Sandra Utsumi, economista jefe de BES Securities.
La próxima campaña electoral genera sospechas
La decisión del Gobierno brasileño de no renovar el acuerdo con el FMI ha sido aplaudida en todos los sectores de la sociedad, pero hay críticos que la relacionan con la proximidad del año electoral. 'Como aún no está totalmente libre de entrar en crisis, se puede pensar que el Gobierno ha querido desligarse del Fondo por el periodo electoral', apunta Agostini en referencia a las elecciones presidenciales que se celebrarán en 2006. En su opinión, no obstante, la reducción de la deuda externa y el superávit por cuenta corriente respaldan la decisión. Lo cierto es que salir de la tutela del Fondo y el mantenimiento de buenos indicadores es un factor definitivo para la reelección de Lula. La oposición, de momento, no ha criticado la decisión y ha mostrado su satisfacción.