La vuelta del icono
Tras haber situado en los mercados de medio mundo más de 700.000 unidades desde que fuese lanzado en su primera versión en el año 1989 -por aquel entonces se conocía como Miata, nombre bajo el que causó sensación en mercados tan competitivos como el estadounidense-, Mazda se apresta al lanzamiento del nuevo MX-5, que debe aterrizar en los comercios de aquí a final de año.
Sin duda, el éxito de sus antecesores, ha obligado a los responsables de la firma nipona a pensarse muy mucho las cosas de cara a la renovación de uno de los roadsters -biplaza y descapotable- por excelencia, renovador de una escuela de la que mucho saben modelos como el BMW Z4, el MG TF o el Mercedes SLK. Y es que el sustituto tenía que mantener y mejorar los ingredientes que han llevado al éxito a sus antecesores en el cargo, como el placer de conducción a partir de una dinámica de primer orden -desde siempre, luce un reparto de masas entre ejes óptimo, del 50%-, la sencillez general o las prestaciones a la altura de lo esperado.
Algo más grande
El resultado es una realidad tangible y completamente nueva, de medidas similares aunque ligeramente superiores. Por ejemplo, gana dos centímetros en longitud -roza los cuatro metros-, es más ancho -1,72 metros por los anteriores 1,68- y también algo más alto -otros dos centímetros más-. Por otra parte, aumenta 6,5 centímetros en la batalla o distancia entre ejes -ahora de 2,33 metros-, pero sólo incrementa 10 kilos el peso final en orden de marcha. Sus rasgos, nuevos y frescos, remiten sin embargo a la anterior edición, aunque el coche exhibe una impronta netamente más deportiva y agresiva.
El habitáculo, rezuma calidad. Está concebido para albergar a dos adultos de buena talla sin impedimentos, aunque a techo puesto termina resultando un tanto agobiante tras un largo trayecto, un mal común a esta clase de automóviles.
En cuanto a la capota, sigue siendo manual y de lona, muy sencilla a la hora de ponerla o quitarla -la operación apenas requiere unos pocos segundos-. Además, como hasta ahora, se ofrecerá un techo rígido de material compuesto, ideal para los meses más gélidos del invierno.
En cuanto a la seguridad, a los consabidos arcos antivuelco fijos, posicionados justo detrás de los dos únicos reposacabezas, añade ABS y airbag laterales -lleva cuatro en total-. Por cierto, de una vez por todas, el volante es ajustable, todo un acierto en un puesto de conducción que mantiene un aire tan deportivo como siempre -mini capilla para instrumentación, toberas circulares para aireación, asientos que recogen el cuerpo a la perfección-.
Sobre el comportamiento, todo parabienes, pues de momento mejora la rigidez a la torsión un 47% -sólo el bastidor es un 20% más firme.- De paso, ubica el motor 13,5 centímetros más atrás, lo que permite centrar masas suspendidas, y monta suspensión independiente -en el eje trasero de tipo multibrazo-, además de llantas de aleación 16 y 17 pulgadas-delante y detrás, respectivamente. La tracción y el diferencial son traseros.
Dos opciones de motor
Valorando el apartado mecánico, son dos los motores que finalmente completarán la nueva oferta MX-5. De una parte, un 1.8 de 126 caballos de potencia, exclusivo para los diferentes mercados europeos y que, en principio, ha de ser suficiente para aquellos compradores que primen un precio de acceso lo más razonable posible, sin menoscabo de las prestaciones.La segunda posibilidad será un rabioso dos litros, como el anterior atmosférico y con culata de 16 válvulas, que entrega 160 CV. A todo ello, el nuevo MX-5 añade frenos potenciados y cajas de cambio manuales -de cinco o seis marchas- o automática y secuencial -también de seis relaciones-, siempre en función de la motorización de que disponga el automóvil.