Cocina tradicional que evoluciona
Hace 20 años Jacinto Ramos tenía un restaurante en Nueva York, La Bilbaína, pero decidió que sus hijos debían criarse en España. Cogió los trastos y se instaló en Zaragoza, inaugurando frente a la plaza de toros el Asador Campo del Toro (Pza. del Portillo, 5. Tel.: 976 438 721). Trajes de matador, cabezas de morlaco, fotos de toreros, junto a una colección de pinturas de Víctor Mira y otros artistas aragoneses, configuran un ambiente barroco pero con encanto. El restaurante, comandado en la sala por la hija, Cristina y en la cocina por el yerno, Daniel Cascán, no es exactamente un reducto de lo tradicional, o sólo en parte -lo que choca con el entorno-.
En los aperitivos, crujiente de aceitunas del Bajo Aragón, y panes hechos en la casa, para mojar en un buen aceite. En las entradas, por ejemplo, una suave crema de queso turolense de Pata de Mulo con manzana y trufa, o una estupenda terrina de lengua con vieira y polvo de especias, que incita a seguir comiendo.
Se puede continuar con un arroz cremoso de hongos y trufa fresca de Graos, correcto, y pasar a pescados como el rodaballo con verduras, chipirón, cacao y praliné de sésamo, un plato muy confuso. Con la carne, paletilla de carnero hecho a baja temperatura con milhojas de patatas, al que sólo se puede reprochar el sobrante de sal, producto de la excesiva reducción de la salsa.
Junto a esta cocina más evolucionada, muy bien presentada, cosas de siempre, como la merluza en salsa verde, el bacalao al ajoarriero, el chuletón, las costillas de lechal o el rabo de toro. Y en los postres, un homenaje a la Expo 2008: ZH2O, un bizcocho de chocolate blanco, sorbete de limón y granizado de agua dulce, de presentación divertida, aunque un poco plano de sabor.
En la bodega, unas 120 referencias nacionales. Precio medio: 36 euros. Menú degustación (tres entradas, pescado, carne y postre): 38 euros (ambos sin vinos).