Los Golf y Touran diésel, más fáciles de manejar
El mecanismo DSG ya figura en numerosos modelos del consorcio Volkswagen-Audi. Sin ir más lejos, se estrenó en el deportivo TT, después se extendió al Golf R32 y más tarde a los Touran de gasolina. Ahora llega al Golf de quinta generación al Touran, en los dos casos con motorizaciones de gasóleo TDI bomba inyector, de 105 y 140 de potencia.
Esta caja se caracteriza por la incorporación de dos discos de embrague, de modo que el coche lleva engranada una marcha, mientras que otra permanece a modo de reserva. El diseño permite una transición de velocidades extremadamente rápida. No hay pedal de embrague -igual que en un coche automático convencional-, y goza de un modo de trabajo completamente automático, en el que basta con acelerar y frenar sin tener que hacer nada más.
Si, por el contrario, se opta por realizar un cambio de marchas manual, el cambio DSG ofrece un modo operativo secuencial, que se acomete mediante impulsos. Para seleccionarlo, se sitúa la palanca en un pasillo específico y se actúa sobre ella hacia delante -subir de marcha- o hacia detrás -reducir-. A corto plazo, la marca ofrecerá con sobreprecio dos pulsadores ubicados en el volante que permiten realizar la misma tarea; curiosamente, este extra figura entre la dotación de serie que llevan los Audi A3 y TT DSG.
En otro orden de cosas, entre las virtudes del dispositivo figuran las ligeras mejoras en prestaciones y la reducción del consumo que consigue. La versión de 105 CV del Golf, comprendido entre 22.770 y 22.830 euros, requiere 7,3 l/100 km en ciclo urbano, que son 4,6 en carretera. En cuanto a los Touran, el 1.9 TDI DSG (25.400 euros) llega hasta 177 km/h, con 6 l/100 km de media.