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CincoSentidos

'Escribir es una razón para vivir'

Primera advertencia al lector de Mil y una muertes: entra en terreno imaginativo. El escritor Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) es claro desde el comienzo, cuando asume la cita de Kirkegaard: 'Es una regla de delicadeza, cuando se escribe y se utilizan las vicisitudes de nuestra vida, no decir nunca la verdad'.

La novela, editada por Alfaguara, surge de una experiencia vivida por Sergio Ramírez cuando formaba parte del Gobierno de Nicaragua durante un viaje oficial a Varsovia en 1987 para entrevistarse con el general Jaruzelski. Por casualidad, visitó una exposición del fotógrafo Castellón, también nicaragüense, desconocido para él. Entre las imágenes, una llamó su atención: la de un niño junto a una pareja de mallorquines asesinados en plena calle por la Gestapo. Averiguó que se trataba del nieto, la hija y el yerno del fotógrafo. Hallado el personaje, le perseguirá a través de las huellas que van dejando sus fotografías en distintos puntos: Francia, Madrid y Mallorca.

El escritor se convierte también en personaje de la novela. En una orilla, Sergio Ramírez va narrando el relato de sus averiguaciones; en la otra, el fotógrafo Castellón va contando su azarosa vida. Los dos relatos sólo se comunican al final, de manera que funcionan de forma independiente, señala el autor. 'El primer gran desafío era diferenciar las dos voces narrando en primera persona, Castellón y yo; luego, definir lo que cada uno debería contar'.

En la novela se van revelando múltiples rostros, el de Castellón, el principal. 'La multiplicidad de rostros viene a ser un soporte del carácter fotográfico de la novela. La fotografía vista como pasión, como misterio', observa Sergio Ramírez. Un interés que se extiende a lo que queda fuera de los márgenes de la instantánea.

Sergio Ramírez se apoya en la historia de la familia de Castellón para ilustrar lo que era Nicaragua en la segunda mitad del siglo XIX y presentar el gran friso europeo desde esa época hasta mediados del siglo XX. 'Mientras los nicaragüenses quieren ver en Europa la fuente de progreso y civilización, lo que Castellón se va a encontrar es la persecución en Mallorca, luego el holocausto', apunta.

Un contexto real por el que deambulan personajes ficticios. Incluso personajes reales como Luis Napoleón, el archiduque Luis Salvador, Turguéniev, Rubén Darío, George Sand, Flaubert o Chopin tienen dimensiones que tal vez no se corresponden con la realidad. Sergio Ramírez utiliza otros trucos, como dos crónicas de Rubén Darío y de José María Vargas Vila que hablan sobre Castellón. Pero ¿escriben ellos o no? 'La misión del escritor es convencer al lector que las mentiras son verdaderas'.

De la historia, mejor que se encarguen los novelistas, sostiene el autor. 'La historia es tan rica, tan variada, tan compleja que a los historiadores no les va a alcanzar la vida para contarla toda. Además, pasan a interpretar la realidad y quizás la historia se conocerá mejor con lo que dejaron de ella dicho los novelistas'.

El premio Alfaguara de Novela 1998 con Margarita está linda la mar concibe el oficio de escritor como 'una razón para vivir y una necesidad de contar a otros lo que creo que es singular'. Se mueve a gusto entre los dos géneros de la narrativa a los que se dedica: el cuento y la novela. 'El cuento, porque a la vez que comparto una historia me permite hacer un ejercicio narrativo muy estricto. La novela, en cambio, es una gran aventura que uno empieza a correr muchas veces. La novela se va alimentando de muy diversas fuentes, de cosas que uno lee y de pronto le parecen interesantes, de recuerdos o el propio subconsciente'.

Así ha ocurrido en Mil y una muertes, 'una combinación de lecturas, experiencias y visitas para poder armar este gran escenario'

Su novela anterior, Sombras nada más, narraba un hecho real ocurrido en la revolución sandinista de la que fue protagonista. La próxima versará sobre la escritora costarricense Yolanda Oreamuno, 'una mujer valiente que desafió la sociedad de su época'.

Un escritor prestado a la política

Sergio Ramírez perteneció al movimiento sandinista para derrocar la dictadura de Somoza y fue nombrado vicepresidente de Nicaragua en 1984, una referencia constante en su trayectoria profesional. 'Llevo retirado de la política diez años, quince desde que salí del Gobierno, de manera que son experiencias lejanas que ahora utilizo en mi trabajo como novelista'. No sucumbió a la atracción del poder, aunque reconoce que no era un político para quedarse. 'Fui un escritor prestado a las circunstancias del país. Había una revolución, luego volví a lo mío y me siento muy feliz'.El poder, como la lujuria, el amor y la muerte, le fascina como tema literario. Sus mecanismos, sus reglas, son las mismas en cualquier época y en cualquier parte del universo. Y admite que haber estado dentro le ha servido de gran experiencia.

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