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Eduardo Rodríguez-Losada

'Un ejecutivo debe ser sensato y prudente'

Cuando era universitario y planeaba cómo le gustaría que fuera su carrera profesional, no tenía dudas: su objetivo era ser directivo antes de los 35 años. No perdió el tiempo y a los 31 años había cumplido su sueño.

De verbo fácil y conversación amena. La entrevista con Eduardo Rodríguez-Losada, madrileño de 55 años, se celebra en un moderno hotel del barrio de Salamanca de Madrid y, tras los saludos, ya se encarga él de crear un ambiente relajado. Desde 1997 ocupa el máximo puesto en Diners Club International en España, compañía que en 2004 cumplió su 50 aniversario. Anteriormente fue subdirector general adjunto del Banco Central Hispano, en su división de medios de pago; y consejero delegado de Finamersa y de Hispano Orix Leasing. También ha sido gerente de la clínica de la Concepción de Madrid y diputado de la Comunidad de Madrid.

Pregunta. La tarjeta Diners Club lleva medio siglo en circulación ¿cuál es el secreto para seguir ahí dentro de un sector tan competitivo como es el de medios de pago?

Respuesta. El mérito no es mío. No es fácil aguantar 50 años en el andamio. El éxito depende de los profesionales. Primero de los que diseñaron este medio de pago, y después de los que han mantenido los servicios, que le han dado prestigio y crecimiento.

'Si de algo me siento orgulloso es de dejar un equipo integrado, con una gran capacidad de trabajo y con niveles de alta perfección'

'Con los años, soy más rico en sensatez, aunque la capacidad para tomar decisiones creo que sigue siendo la misma'

P. ¿Usted habrá puesto su granito de arena?

R. El único granito de arena que introdujimos los directivos está circunscrito a la experiencia, lo que permite poder analizar con perspectiva las situaciones que se presentan. Hay que simplificar las características de un ejecutivo. Es necesario tener un punto de sensatez, de prudencia y capacidad para la reflexión. También es importante que un directivo tenga capacidad para decidir. Es necesario que se unan las tres cosas: sensatez, experiencia y decisión.

P. Lleva casi dos décadas ocupando puestos de alta responsabilidad, ¿cómo se consigue?

R. Con la paciencia de los accionistas, de los empleados y del mercado. Tiene que haber un equilibrio entre esas tres fuerzas. Y prudencia. A los accionistas y colaboradores no se les puede hablar de locura creativa porque se asustarían. En la gestión, no existe. Lo que hay que tener es formación y capacidad de análisis, esa es la clave para tomar esa parte de riesgo que es necesaria y es la que se nos pide a los directivos.

P. En la puerta de su despacho cuelga un cartel que pone: Ocupado/Psiquiatra, ¿un directivo ha de ser un confesor para su equipo?

R. Debe tener la capacidad y la actitud necesaria para descomprimir situaciones tensas. Cuando un colaborador me pide confidencialidad, cierro la puerta y cuelgo el cartel. Es importante generar confianza, pero no es sólo este acto el que lo ofrece. Eso también es consecuencia de haber generado en el colaborador autonomía en su funcionamiento. Y cuando sabe que su superior confía en él y le genera esa confianza ellos se abren al directivo.

P. Desde que era universitario sabía que quería ser directivo.

R. Cuando estaba en la Universidad, un primo mío y yo pensábamos en lo que sería nuestra carrera profesional y siempre llegábamos a la conclusión de que quería llegar a ser directivo antes de los 35 años porque si no el tiempo te arrolla. Siempre he buscado dirigir empresas. Me gusta la idea de coordinar y de gestionar.

P. ¿ De dónde le viene tanta dote de mando?

R. Soy el hermano mayor de diez. Cuando yo tenía 23 años murió mi padre y en ese momento me tocó jugar un papel de referencia para el resto de los hermanos. A los 31 años conseguí ser gerente en una empresa. Ahora, reconozco que no soy capaz de hacer las mismas cosas que hacía con 31 años. Los problemas y las jornadas de trabajo son diferentes. Ahora veo las cosas con el prisma de los años que llevo trabajando.

P. ¿En qué ha ganado?

R. Soy más rico en sensatez, aunque la capacidad para tomar decisiones creo que sigue siendo la misma.

P. ¿Sigue manteniendo la misma ilusión?

R. Por supuesto. No tengo tiempo para pensar en la jubilación. Cuando se habla de prejubilaciones hay momentos en los que llegas a pensar en ello, pero no es algo que me preocupe. Si de algo me siento orgulloso es de dejar un equipo integrado, que ha demostrado que es capaz de desarrollar una gran capacidad de trabajo con niveles de alta perfección. Si me voy los dejo consolidados.

'El directivo viaja más, pero gasta menos'

¿Qué preocupaciones tiene como directivo?Llegar a cuajar un plan estratégico de la compañía para el próximo ejercicio. Eso va enlazado al desarrollo profesional de la gente que me rodea y a la involucración de todos los que conforman el proyecto.¿Cómo motiva a los suyos?Es necesario un componente moral y económico. Es importante desarrollar la autonomía profesional de los miembros del equipo, así como dar la posibilidad a todos de que se equivoquen. Se aprende más de los errores que de los aciertos. Un directivo tiene que conseguir que los profesionales se integren en el proyecto. Y, por último, juega un papel primordial el componente retributivo. Los que tenemos a un grupo de personas a nuestro cargo tenemos que dirigir armónicamente para que no haya ninguna distorsión. Tiene que haber un director de orquesta para que haya armonía en todos los aspectos y que no haya nadie dentro de la compañía que se sienta minusvalorado.¿Qué le queda por aprender?Muchas cosas, pero tanto desde el punto de vista personal como profesional. La juventud tiene un gran bagaje, en estos momentos, en el campo de la tecnología, que para mi generación es una limitación. La formación de los nuevos profesionales es muy completa, mejor que la que yo aportaba. Por ejemplo, yo soy un ignorante de la Historia de España y me gustará dedicarme a conocerla.A través de una tarjeta como Diners Club, ¿se puede conocer a los ejecutivos?Por supuesto. El ejecutivo ahora viaja más, pero gasta menos, controla mucho más los gastos. Tampoco les gusta viajar por trabajo. Cada vez eligen viajes más cortos. Las comidas también las prefieren más ligeras, en restaurantes más informales. La última crisis económica ha impactado en los ejecutivos, que controlan más sus gastos de tarjeta. En el caso de las mujeres, el gasto es menor en un 50% que en el del hombre porque no suelen incorporar bebidas alcohólicas a sus comidas de negocios. Prefieren comer solas y son menos partidarias de las tarifas de viajes reducidas.

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