Asia, el dólar y el equilibrio del miedo
Durante la guerra fría se instauró un mecanismo de no agresión directa entre Estados Unidos y la Unión Soviética, basado en la capacidad de destrucción total acumulada por las grandes potencias. Conscientes ambas superpotencias del poder de la otra, ninguna se arriesgaba a cometer un error que pudiese ser malinterpretado y desencadenar un conflicto abierto. Aunque es una situación tan antigua como la propia existencia del hombre, se denominó entonces el equilibrio del terror.
Cuando se aborda el tema, tan de moda en estas fechas, del papel de los bancos centrales asiáticos en el equilibrio financiero de Estados Unidos, se alude al riesgo de que estas entidades dejen de adquirir deuda estadounidense. Es lo que algunos observadores han denominado un crédito al consumo global: Estados Unidos compra bienes industriales asiáticos mientras los países de la zona invierten en deuda estadounidense, lo que sirve tanto para compensar el desequilibrio comercial como para financiar el déficit presupuestario. A través de este mecanismo se permite mantener la cotización del dólar respecto a las divisas asiáticas cuando las relaciones comerciales entre ambas zonas juegan en contra del dólar.
Este equilibrio, como todos, depende de la voluntad de las partes. Ambas han optado por mantenerlo hasta el momento, y se antojan difíciles las razones por las cuales estadounidenses o, sobre todo, asiáticos, pueden mover el árbol. El banco central coreano anunció una diversificación de las reservas y el mercado temió que hubiese cerrado el grifo para evitar el riesgo divisa y los bajos tipos que se pagan con los bonos del Tesoro.
Pero, aunque el banco acogiese estas expectativas negativas sobre la deuda, tiene más que temer de una tormenta financiera mundial y de un desplome repentino del dólar. Por eso el banco coreano tardó poco en quitar hierro a la situación. Este equilibrio del miedo se ha convertido en el principal sostén del dólar, y la solidez de este sostén es proporcional al temor de los operadores.