Una ciencia más activa en las decisiones políticas
Los científicos en España no influyen lo suficiente en las decisiones políticas ni están tan involucrados como deberían en los debates que afectan a la sociedad.
æpermil;sta es una de las conclusiones que se pusieron ayer de manifiesto durante la presentación del libro El conocimiento científico como referente político en el siglo XXI, una obra editada por la Fundación BBVA en colaboración con la Fundación general de la Universidad Complutense y dirigida por el catedrático de microbiología de la Universidad Complutense y presidente del Comité Asesor de æpermil;tica en la Investigación Científica y Técnica, César Nombela Cano.
En la obra, diversos científicos abordan cuestiones como el manejo de emergencias ecológicas o alimentarias, la consideración del ser humano en la investigación biomédica, la protección del consumidor y la selección de prioridades para la investigación. Entre los temas analizados, el libro recoge el cambio climático, los alimentos transgénicos, los vertidos del Prestige, el síndrome del aceite de colza o la crisis de las vacas locas. 'Hay que trasladar la idea de que los investigadores tienen que reclamar al mundo político que se les escuche. Los científicos debemos dejar de ser pasivos y de esperar a que los políticos nos pidan opinión; debemos ser activos, expresar opiniones y hacer análisis científicos adaptados a las decisiones políticas', señaló María Purificación Neira, presidenta de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y autora de uno de los capítulos del libro.
Por su parte, el microbiólogo Cesar Nombela apuntó que los responsables de las instituciones científicas deben asumir 'algo más que el de gestionar y organizar los recursos de que disponen'. En su opinión, 'tienen que asumir que el perfil de esas instituciones son un referente para la sociedad'.
Por su parte, el jefe del Servicio de Predicción del Clima del Instituto Nacional de Meteorología, Luis Balairón, autor de otro de los capítulos del libro planteó la necesidad de que la sociedad adopte conceptos de la ciencia que no se valoran lo suficiente, como la forma de resolver las discrepancias, la idea de que las verdades siempre son provisionales y el solucionar los problemas paso a paso.