La última edición del mito norteamericano
La nueva generación Corvette, denominada C6, se caracteriza por unas medidas algo más compactas que su precursora. De hecho, mide 444 centímetros de largo -12,5 menos que hasta la fecha-, por 184 de ancho y 125 de alto, cotas todas ellas más adaptadas a las medidas del Viejo Continente.
Se mantiene como biplaza estricto, y no renuncia a un basto maletero de 634 litros, al que se accede por un amplio portón. Precisamente, la cavidad está concebida para poder alojar el techo, que como siempre es desmontable. Ahora pesa un 15% menos, aunque para la operación de montaje y desmontaje es preferible la colaboración de dos personas. Por cierto, como en toda la saga, las ópticas traseras se mantienen circulares -son cuatro en total-, pero las delanteras ya no son escamoteables, como venía sucediendo desde la década de los 60 del pasado siglo, sino fijas y carenadas, dotadas de minúsculos proyectores circulares.
En otro orden de cosas, el C6 se beneficia de un chasis muy mejorado y de un bastidor más rígido y ligero. El peso final es de algo más de 1.500 kilos, lo que contribuye a una mayor deportividad y precisión de marcha. También gana enteros en el apartado cualitativo. No llega al rigor y robustez de un Porsche 911, pero tampoco anda lejos.
Además, como de costumbre la dotación de serie es máxima, con elementos como la tapicería de piel para los asientos, el sistema de navegación con gestión táctil de la pantalla a color, que se añaden a la posibilidad de regular el volante en altura y profundidad -ésta, de forma eléctrica, al Head up display -proyecta información de marcha frente al conductor, sobre el parabrisas, para no desviar la vista de la calzada- y a un sinfín de dispositivos.
Por lo que respecta a la conducción, se beneficia de control de tracción y estabilidad desconectable en dos fases. Su entorno natural son las autopistas, autovías y carreteras con asfalto en buen estado. En carreteras serpenteantes no exhibe la eficacia de los referentes de su categoría, pero incluso entonces no va nada mal, sobre todo porque aunque su eje trasero tiende a insinuarse cuando se acelera el ritmo -hay que recordar que es de tracción trasera-, y que además la dura suspensión hace algo rebotón al eje delantero, el citado control de estabilidad restablece las cosas sin mayores apuros.
Por otra parte, la evolución de su clásico motor V8, ya de seis litros de cilindrada y 404 CV, demuestra una enorme elasticidad de marcha, sin baches de potencia en ningún caso. Por ello, muestra la misma capacidad par circular a 90 km/h o a 300, su tope -acelera hasta 100 km/h en 4,2 segundos-.
En cuanto al consumo, indudablemente es sensible al tipo de conducción que se practique, pero la capacidad mecánica y el relativamente contenido peso del coche han permitido homologar 11,7 l/100 km de promedio, un excelente valor para lo que se estila en la categoría.