Hospital de cajeros automáticos
Mateo Larena acudió a las 9.00 a un cajero en el centro de Madrid para arreglar la avería del lector de tarjetas. Extraer el módulo y sustituirlo por uno nuevo le llevó 50 minutos. A las 9.50 el dispensador estaba perfectamente operativo para aceptar una nueva tarjeta.
Como medida de seguridad, los cajeros son pequeños búnker. Para evitar los asaltos y robos están anclados al suelo, pesan unos 1.000 kilos, cuentan con una caja fuerte de seguridad y no pueden abrirse sin contar con el apoyo de personal autorizado. Esto obliga al técnico a desplazarse hasta el lugar donde se localiza la avería. Allí sustituye el módulo dañado y lo lleva al laboratorio donde se repara lo dañado.
Mateo es uno de los cien empleados que Dela Rue, empresa dedicado al tratamiento de dinero en efectivo y fabricación y mantenimiento de cajeros, ha contratado para reparar cajeros automáticos a pie de calle. El tiempo medio de las reparaciones oscila entre los 25 y los 45 minutos, en función de la gravedad de la avería.
El lector de tarjetas, la impresora de recibos y el módulo de efectivo, lo que más se estropea
Detrás de cada cajero hay un servicio de atención técnica ligado a la red con la que trabaja la entidad (4B, Servired o Euro 6.000). Los cajeros son las niñas bonitas de los bancos y están monitorizados las 24 horas al día desde la central de reparaciones, pues conviene que estén fuera de servicio el menor tiempo posible. España es uno de los países del mundo con mayor implantación de cajeros, con 50.000 instalados.
'Hay averías que dejan inoperativo la terminal y otras que no. Por ejemplo, deja de funcionar si se daña el lector de tarjetas o si se rompe la impresora interna que contabiliza las transacciones del cajero', destaca Carlos Santamaría, director de atención al cliente de Dela Rue, multinacional presente en 35 países del mundo. Sin embargo, el cajero sigue funcionando, dispensando efectivo o recogiendo dinero, aunque sin emitir recibo en el caso de que se estropee la impresora de recibos.
Según la empresa, el índice de disponibilidad de sus cajeros es alto. Para el principal cliente de esta empresa, 4B, sus cajeros ubicados en sucursales en Madrid es superior al 98%, lo que significa que de cada 100 horas, sólo dos está fuera de servicio. Por encima del 94% se considera que el índice de disponibilidad es satisfactorio, según explica Santamaría.
Dela Rue ha establecido en Madrid, cerca del aeropuerto de Madrid-Barajas, su centro de reparaciones de cajeros para toda Europa. 'Las razones para elegir Madrid como base de reparaciones europeas son la calidad técnica de los trabajadores y los bajos costes operativos', asegura Juan Carlos Santamaría. Para el centro de Barajas la empresa ha invertido 100.000 euros en acondicionar el hospital de los cajeros y el almacén de los repuestos. Han firmado un acuerdo con una empresa de logística para asegurarse el envío y transporte de los componentes en tiempo récord.
Están en pleno proceso de ampliación del centro y el objetivo es 'duplicar el número de reparaciones mensuales a lo largo de 2005, alcanzar los 1.500 o 1.800 arreglos al mes', según pronostica Santamaría.
El futuro, dispensador y reciclador todo en uno
El futuro de los dispensadores de efectivo en España pasa por los cajeros recicladores. Esto supone que el dinero que ingresen en ellos comerciantes y pequeños empresarios como taxistas es utilizado por el cajero para dispensar el efectivo. Ahora no es así.La caja levantina Betxi ya los ha incorporado a su red. Tienen la ventaja de ahorrar costes, ya que ahorra el trabajo de recargar de dinero la terminal.Cuesta, unos 40.000 euros, el triple que los actuales. 'Este tipo de cajero es una realidad en centroeuropea gracias a una normativa del Bundesbank que exige que el dinero ingresado en el cajero sea verificado (no sea falso ni esté deteriorado) antes de poder entregarse de nuevo a un cliente. Y esta labor la realiza el cajero reciclador automáticamente', dice Juan Carlos García-Barzanallana, director de Dela Rue.