Los bonos aguantan, contra pronóstico
Las relaciones entre la rentabilidad de la Bolsa y la de los bonos son un tema susceptible de discusiones interminables entre los expertos. En los últimos siete años la rentabilidad de la deuda ha ido de la mano de la evolución de los índices de Bolsa. Así, cuando los tipos de interés han caído la Bolsa también, y cuando han emprendido ligeros ascensos la renta variable ha acompañado.
De un tiempo a esta parte ya no es así. Los tipos de la deuda están significativamente más bajos que hace un año pero la Bolsa está más alta. Contra todo pronóstico el precio de los bonos ha subido. La previsible normalización de la política monetaria estadounidense, que ha abandonado los tipos reales negativos, los tiene ahora cercanos al cero y se prepara para que estén en positivo por primera vez en mucho tiempo, no ha tenido reflejo en el mercado de deuda. Tampoco lo han hecho las expectativas de una mayor inflación, por mucho que el mercado sea ahora mucho más sensible que antes a estos datos.
La última vez que las expectativas económicas de la Bolsa y de la deuda no coincidían fue en verano de 2003. Entonces la ecuación se resolvió a favor de la Bolsa. Los bonos remontaron con fuerza en los meses posteriores hasta alcanzar niveles coherentes con las expectativas económicas que recogían tanto la Bolsa como el llamado consenso de mercado los economistas.
Pero ahora el tipo de la deuda está sólo levemente por encima del 4%, un nivel equivalente al de primavera del año pasado, cuando las subidas de tipos no estaban tan claras como ahora. Hoy por hoy, de hecho, el principal riesgo para la Bolsa a juicio de numerosos analistas es un alza de tipos más rápida de lo previsto en Estados Unidos. Es decir, que la Fed se pase de frenada. Algo que hace aún más incoherente la situación actual, pues un bono al 4% presume que el tipo de referencia se mantendrá cerca de los niveles actuales. La situación pinta parecido que en 2003, si bien el recorrido de la renta variable es menor.