Aumentan los jóvenes que dejan el nido
La mejora de la situación económica y de acceso al mercado laboral, las características del sistema educativo, con menores tasas de retención y toda una serie de cambios sociológicos y culturales combinados empiezan, aunque muy tímidamente, a obrar el milagro. El informe sobre la juventud en España 2004 presentado ayer por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, de carácter cuatrianual y realizado a partir de 5.014 entrevistas, revela que aumenta el número de jóvenes (entre 15 y 29 años) que abandona la casa de sus padres para vivir sólo o en un piso compartido, un grupo que ha pasado del 23% al 31% en los últimos cuatro años.
Crece, en paralelo, el grupo que vive con autonomía económica, lo que supone romper la tendencia de los últimos años. Uno de cada cuatro (el 24% frente al 18% de 2000) dice valerse por sí mismo y uno de cada cinco (el 21% frente al 19%) es parcialmente independiente, es decir, todavía necesita recursos de su familia para cubrir sus gastos.
Sin despreciar las razones expuestas, los sociólogos subrayan el fuerte componente demográfico de esta circunstancia. Y es que, sencillamente, los jóvenes son cada vez más viejos. De los 9.149.511 de los que habla el censo, hay casi un millón más entre el grupo de 25 a 29 años, de los que se encuentran entre 15 y 19. Lógicamente, esta pirámide influye en las mayores ganas de independencia.
Aún así, todavía un 68% de entre 15 y 29 años dice que vive en casa de sus progenitores. Entre los mayores, (de 28 y 29 años), un 28% de las mujeres, y un 39% de los varones. Los largos periodos de formación, la inseguridad laboral, las dificultades de acceso a una vivienda, y el postergar la vida en pareja son elementos que explican esta salida tan tardía en comparación con la de otros países europeos. De todos modos, vivir fuera de casa no significa lo mismo para todos y el momento de la salida depende mucho de las clases socioeconómicas.
Curiosamente, se emancipan antes quienes viven en familias con mayores dificultades económicas. La mayoría de los que han abandonado la casa de sus padres antes de los 20 años sólo tienen estudios primarios. Por el contrario, los más privilegiados parecen haber llegado a una especie de 'armonía obligada' con sus familias y han sido capaces de negociar 'espacios propios' en su hogar para aprovechar las posibilidades de formación que les brinda 'el no tener que buscarse la vida' y responder mejor al cambio en la demanda de perfiles profesionales, según explica el profesor Andreu López Blasco. El hecho es que los procesos de transición a la vida adulta son aún 'inciertos, vulnerables y reversibles', en opinión del sociólogo.
Esta reversibilidad tiene mucho que ver con el mercado laboral, con la alta tasa de paro en relación con la población adulta, la fuerte temporalidad y los bajos salarios. Aunque el empleo juvenil ha aumentado en el último cuatrienio en casi 100.000 ocupados, todavía más del 40% de los parados en España sigue siendo joven. Además, de los que tienen trabajo, más de la mitad tiene un contrato temporal, aunque la proporción ha descendido desde el 64% que alcanzaba en 1995. El salario medio neto de los jóvenes al finalizar 2003 era de 784,7 euros al mes (una cifra que esconde una amplia dispersión). Así, sólo la mitad de los jóvenes que trabaja puede pagar todos sus gastos.