Cien millones de dólares por la inmortalidad
Una gran fortuna ofrece a su dueño la oportunidad de comprarse una isla, un equipo de baloncesto de la NBA o, estos días, una chuchería algo más duradera y valiosa: una importante escuela de negocios con su nombre inscrito en la entrada. En lo que a las más prestigiosas escuelas de negocios de Estados Unidos se refiere, el precio de la inmortalidad -o de algo parecido a ella- ha estado subiendo.
El 9 de septiembre de 2004, la Universidad de Michigan anunció que Stephen M. Ross, constructor del Time Warner Center -complejo comercial y residencial de 1.700 millones de dólares erigido frente al Columbus Circle de Manhattan-, había donado 100 millones de dólares a la escuela de negocios de dicha institución. Se trata del mayor regalo en la historia de la universidad y del mayor jamás hecho a una escuela de negocios en EE UU.
El anuncio de Michigan se hizo pocos meses después del regalo de 55 millones de dólares hecho por David Tepper, fundador del fondo de cobertura de riesgo Appaloosa Management, de Nueva Jersey, a la escuela de negocios de la Universidad Carnegie Mellon, facultad que ahora lleva el nombre de Escuela de Negocios David A. Tepper. Carnegie Mellon y Michigan se hallan entre las escuelas de negocios más selectas del país y normalmente entre las mejor calificadas por las publicaciones que hacen sondeos sobre los logros y el grado de satisfacción de los graduados.
Al sobrevenir el auge de las solicitudes de entrada a las escuelas de negocios estadounidenses en los años ochenta, los decanos intensificaron la búsqueda de donaciones entre los graduados, para conseguir los mejores profesores, para subvencionar a los mejores estudiantes y para erigir los edificios más imponentes.
Ross se crió en Detroit y se licenció de la Universidad de Michigan en 1962 como licenciado en Administración Comercial. Habiendo donado ya millones de dólares a la universidad, Ross pensó que 50 millones de dólares quizá fuera suficiente para que esculpieran su nombre en granito. 'Lo siento, eso no bastará', le dijo Robert Dolan, de 56 años, decano de la escuela de negocios de Michigan desde 2001. 'De hecho, yo había estado pensando que 100 millones de dólares era la cantidad indicada, que comunicaría a Harvard, Wharton y el resto de las universidades que nosotros somos de categoría mundial', afirmó Dolan.
Dolan, muy cortésmente, se mantuvo firme. Explicó su sueño de nuevos edificios en el campus y más profesores y programas, y por qué necesitaba el doble de la cantidad ofrecida por Ross. Así, el candidato más prometedor de Dolan accedió a donar los 100 millones de dólares: 75 millones en efectivo y 25 millones como legado.
A principios del siglo XX, Edward Tuck estableció la escuela de negocios Amos Tuck en la Universidad de Dartmouth en memoria de su padre, con la donación de 1.700 acciones preferentes de la empresa ferroviaria Great Northern Railway, valoradas en unos 300.000 dólares. En dólares actuales valdría 6 millones. En 1979 la fundación que lleva el nombre de John L. y Helen Kellogg, parientes de los fundadores de la compañía de cereales, dieron a la escuela de negocios de Northwestern University 10 millones de dólares para cambiarle el nombre a dicha facultad a Kellogg Graduate School of Management.
¿Acaso hay un monumento mejor y más duradero al uso inteligente de la riqueza que destinarla a la educación de las generaciones futuras? Quizá Bill Gates, quien se dio de baja de la Universidad de Harvard antes de obtener la licenciatura, pueda descubrir el precio de cambiar el nombre de la escuela de negocios de su alma máter.