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Laboral

Alemania, pendiente de la reforma laboral

El canciller Gerhard Schröder es un político que se crece ante las dificultades. Su eficaz actuación durante las inundaciones de 2002 en el este de Alemania le permitió, según muchos observadores, dar la vuelta a las encuestas y ganar sus segundas elecciones. La reacción del canciller alemán tras el drama del sudeste asiático también ha sido ejemplar: Schröder interrumpió sus vacaciones antes que ningún otro líder europeo, mandó inmediatamente médicos y aviones-hospitales a la zona, convocó ruedas de prensa diarias y situó a Alemania en cabeza de los países donantes, sólo por debajo de Australia.

Durante 2004, el político socialdemócrata ha podido demostrar que lo suyo es la gestión de situaciones de crisis. Schröder logró sacar adelante los aspectos más controvertidos de su Agenda 2010 para impulsar la coyuntura, pese a las protestas ciudadanas y la oposición de los conservadores. Y, de nuevo, el canciller sale fortalecido del trance. Según los últimos datos, el partido socialdemócrata lidera por primera vez en dos años las encuestas de intención de voto, tras haberse encontrado a gran distancia de sus rivales democristianos. El año 2004 ha resultado ser un ejercicio de cambios y feroces luchas políticas. El 2005, en cambio, se presenta más tranquilo, un ejercicio de transición antes de las elecciones generales de 2006, pero que será decisivo para ver si las reformas aprobadas pueden realmente mejorar la economía y reducir el desempleo.

Buena parte de las esperanzas están ahora puestas en la reforma laboral conocida como Hartz IV y que fue uno de los toros más difíciles de lidiar para el Gobierno de Schröder en 2004. La normativa ya ha entrado en vigor, pero no se descartan cambios ulteriores en los próximos meses. 'Deberemos observar muy atentamente la evolución del mercado laboral este año para saber si es necesario modificar algo y qué', dijo recientemente el ministro de Economía, Wolfgang Clement. La nueva ley provocó una oleada de protesta social porque supone un fuerte recorte de las prestaciones que perciben los parados de larga duración. La reforma Hartz IV une el subsidio de desempleo de este colectivo y la ayuda social en un solo pago de 345 euros en el oeste de Alemania y 331 en los estados del este. El Estado corre con los costes de alquiler y calefacción y ha introducido medidas para mejorar la gestión de las oficinas de empleo. Pero, como contrapartida, el parado está obligado a aceptar cualquier trabajo aunque esté pagado por debajo de lo que marca el convenio o la media de la zona y no se corresponda con su formación.

Schröder ha demostrado manejarse mejor en situaciones de crisis

Los expertos son escépticos sobre la eficacia que puede tener la reforma en el corto plazo. Advierten, además, de que en los próximos meses se registrará un aumento del paro porque buena parte de los receptores de ayuda social, que hasta ahora no aparecían en las estadísticas, se inscribirán en las listas como desempleados. Michael Rubisch, analista del banco alemán Commerzbank, opina que el paro disminuirá en 2005, pero no gracias a las reformas, sino por la ligera mejoría económica prevista. 'Hartz IV ayudará al mercado laboral porque aumenta la flexibilidad, pero su efecto positivo es a más largo plazo', afirmó el analista en declaraciones a este periódico.

Supresión de las ayudas para la vivienda

La asignatura pendiente que le ha quedado a Schröder en 2004 es el plan para suprimir las ayudas públicas a la compra y construcción de viviendas por particulares. Estos subsidios fueron introducidos tras la Segunda Guerra Mundial para fomentar la reconstrucción del país. Hoy, suponen una carga para el endeudado Estado germano de unos 8.000 millones de euros anuales. El ministro de Finanzas, Hans Eichel, fracasó en diciembre en su intento de suprimir las ayudas a partir de 2005, debido al rechazo de la oposición, pero volverá a probar suerte el 18 de febrero. Los expertos cuentan con una reducción de entre el 20% y el 30%, pero no con una eliminación total.El Gobierno mantiene su propósito de reducir el déficit público por debajo del 3% del PIB, pero no va a ser fácil. Por un lado, tendrá menos ingresos impositivos. El 1 de enero entró en vigor el último tramo de la reforma fiscal, que pondrá a disposición de los ciudadanos 6.500 millones de euros extras, con el fin de animar el consumo. Pero, además, el ministro tendrá que prescindir de unos 2.000 millones de euros de los beneficios del Bundesbank con los que ya contaba. El día de Reyes, uno de los gobernadores de esta entidad confirmaba que el Bundesbank no tendrá casi beneficios en 2004 e, incluso, podría entrar en números rojos. La culpa la tiene la debilidad del dólar, que obligará al banco a contabilizar millonarias amortizaciones por la pérdida de valor de sus reservas en dólares.

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