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Buen Gobierno

Los regalos navideños plantean dudas éticas a los directivos

Los Reyes Magos son muchas veces más generosos en las oficinas que en los hogares de los directivos, lo que puede levantar más de una suspicacia. Un bolígrafo, una agenda, una botella de vino, un jamón, un equipo de alta fidelidad, un viaje a las Maldivas... ¿Dónde está el límite que separa un detalle de un soborno maquillado?

Los obsequios navideños pueden poner en un brete a los ejecutivos que no saben si aceptarlos les compromete o si rechazarlos puede ser interpretado como un desprecio. Los códigos de conducta interno, que se han ido haciendo más comunes a medida que se propaga la ola de transparencia y buen gobierno, suelen detenerse en este punto, marcando un límite a lo que consideran que es aceptable.

Las multinacionales suelen ser las más remilgadas a este respecto pues no quieren que sobre ellas recaiga la más mínima sospecha. 'En las empresas pequeñas no suele plantearse este tipo de dilema, pero en las multinacionales suelen dar guías explícitamente para evitar complicaciones pues un regalo puede llegar a considerarse un soborno', explica Joaquín Garralda, profesor de Estrategia del Instituto de Empresa.

En caso de duda, así lo recogen los códigos de conducta, lo mejor es consultarlo con algún superior

Los códigos de conducta suelen marcar la cantidad que hace un regalo admisible. En Nokia se habla de un valor nominal de 100 euros, que no debe superarse nunca, aunque 'las leyes locales y nacionales tendrán prioridad si son más estrictas'. En SCH este margen se amplía hasta los 150 euros, pero otros códigos son menos concretos, como el de Repsol YPF en el que se dice 'los empleados no podrán aceptar ningún agasajo, compensación o favor (...) que pueda desvirtuar o comprometer una relación comercial, profesional o administrativa'.

Estas indicaciones dejan un margen de acción al propio directivo, pero en caso de duda los expertos y así se recoge en muchos códigos, lo mejor es consultarlo con un superior. 'Si hay dudas sobre si debe o no aceptar un regalo tiene el deber de consultarlo con su jefe y si éste considera que no es adecuado se devuelve con la oportuna explicación', comentan fuentes de IBM.

Cuando no hay una orientación explícita sí que suele haber una ley no escrita que se ha aceptado de manera natural como parte de la cultura empresarial. 'En Unión Fenosa no existe un código escrito que trate el tema, pero el uso y costumbre es no aceptar regalos que puedan considerarse una presión o intento de influir en la relación comercial', dice el portavoz de la eléctrica. Al final, con códigos de conducta escritos o no, lo que pesa es el criterio personal de cada directivo.

'Lo mejor es dar señales muy claras por parte de la dirección que dejan muy poco margen a la interpretación. Si el director actúa claramente no habrá dudas por parte de los demás empleados', opina Garralda, que cree que los mejor es predicar con el ejemplo pues la valoración personal de lo que es adecuado o no puede ser demasiado subjetiva.

Además, existe el elemento cultural. En los países nórdicos, en Inglaterra y la cultura sajona en general, que un proveedor envíe un obsequio es algo raro y se ve mal, mientras que en España y los países latinos es una costumbre bastante extendida, y no tan mal considerada. Por citar un ejemplo, en muchas empresas estadounidenses hay una norma por la que si invitan a un campeonato de golf, los ejecutivos están obligados a rechazar el pago del alojamiento y el coste del campo, que corre por su cuenta. Al final, esta es principalmente una cuestión ética. 'La decisión va a depender de cada persona y las empresas no pueden educar sobre lo que está bien o mal', concluye Ceferí Soler, profesor de la escuela de negocios Esade.

Farmaindustria vigila a los laboratorios

La autorregulación ha sido la opción del sector farmacéutico, que tradicionalmente ha utilizado viajes y todo tipo de regalos como incentivos entre el personal sanitario y las farmacias. Farmaindustria vino a poner orden hace unos años con la creación de un código deontológico que no deja lugar a ninguna duda.Este código prohíbe cualquier obsequio que supere los 30 euros y sólo admite utensilios relacionados con la práctica médica o farmacéutica o utensilios de despacho 'de valor insignificante'. Farmaindustria ha reforzado este código con la creación de la Unidad de Vigilancia Deontológica que viene a velar por el cumplimiento de estos compromisos. 'No puedo certificar que estas prácticas hayan desaparecido, pero desde luego sí que han disminuido en los últimos tiempos', asegura José Zamarriego, jefe de esta unidad, que resalta que lo fundamental es que el 'este código ha sido respaldado por todo el sector que, por lo tanto, se ha comprometido a cumplirlo'.Entre las responsabilidades de la unidad que dirige Zamarriego está la de denunciar a los laboratorios que infrinjan el código deontológico.Hasta la fecha, sólo se han realizado 15 denuncias, que sin duda serán más al finalizar el año, y una vez que se compruebe lo que ha sucedido en estas Navidades. La Unidad de Vigilancia se creó con el fin de dar una mayor credibilidad a su código gracias a su tarea de contrastar y verificar.La unidad ha enviado una carta hace un par de meses a los laboratorios recordándoles sus compromisos, y aunque aún no pueden desvelar los resultados de sus investigaciones, Zamarriego dice que todo el sector ha mejorado en este sentido.

Sin sospechas Fórmulas transparentes

l Consumirlo en un día Los medios de comunicación están especialmente afectados por este fenómeno. Desde el director a los redactores en prácticas, reciben regalos e invitaciones. Los códigos de conducta no están muy extendidos, pero algunos medios han creado su propio método. Un conocido diario define como aceptable todo regalo que se pueda consumir en un día. Por ejemplo, se acepta un viaje de un día para comer en Arzak, pero se debería devolver una pluma Montblanc.l Adelantarse al envío En el sector de la distribución, los jefes de compras suelen verse realmente agasajados por los proveedores. Para acabar con esta costumbre, que puede interpretarse como una presión para influir en sus decisiones de compras, algunas empresas optan por adelantarse a la Navidad y enviar cartas advirtiendo a todos sus suministradores de que no aceptarán ningún regalo.l Subastas Cuando hay muchos obsequios de poco valor, cada vez se está extendiendo más la costumbre de poner en común todos los regalos recibidos en un mismo departamento y subastarlos entre los empleados sin hacer diferencias.

El hábito de regalar información privilegiada

La costumbre, muy extendida en los años noventa, de premiar y retener a los altos ejecutivos con opciones sobre acciones, es para algunos expertos el regalo menos ético que se ha utilizado en el mundo empresarial.'Como fórmula es legal, pero lo que se está regalando es el privilegio de la información', mantiene Ceferí Soler, profesor del departamento de gestión de Recursos Humanos de Esade. 'No es un regalo en efectivo y además implica unos riesgos, pero está claro que cualquier directivo sabe cuándo vender o al menos tiene más elementos para tomar esta decisión que el resto del público', critica.Soler culpa a las opciones sobre acciones de la especulación financiera y los grandes escándalos contables que se fueron descubriendo a partir del año 2.000. Los códigos de buen gobierno son la respuesta que, a ojos de este experto, ha buscado la sociedad para luchar contra las prácticas poco éticas dentro de las corporaciones, a lo que se ha unido el concepto de la Responsabilidad Social.El aceptar obsequios o devolverlos es un dilema moral que encaja con los nuevos esfuerzos por tratar de mostrar a la sociedad una cara más amable y comprometida del mundo empresarial.Para Soler, el delimitar que a partir de los cien euros un regalo debe devolverse es simplemente poner un límite cuantitativo, un indicación que debe marcar la actitud de los empleados, pero no la asegura. 'Todavía no sabemos si los códigos de buen gobierno van a funcionar', dice Soler, que defiende enérgicamente la necesidad de que se audite el cumplimiento de las buenas prácticas a las que se están comprometiendo las empresas en sus memorias.

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