Cómo cubrirse e invertir en mercados organizados
Los productos derivados pueden utilizarse para realizar estrategias de cobertura y de inversión. Y éstas pueden ser a medio y largo plazo pero también a corto o para momentos puntuales.
Los derivados recomendables para inversores finales son aquellos que se cotizan en mercados organizados, principalmente por la mayor liquidez y por el menor tamaño de la inversión mínima necesaria. El tipo de productos derivados cotizados en estos mercados son los futuros y las opciones de compra (calls) y de venta (puts).
Las estrategias de cobertura son operaciones cuyo fin es cerrar los riesgos existentes en una cartera, de forma parcial o total. Mientras que las de inversión son operaciones para tomar posiciones de compra (largas) o de venta (cortas) en los distintos tipos de activos.
En el primer caso ya tenemos una cartera de inversión y el objetivo es cubrir los riesgos que no queremos asumir de forma permanente o puntual, por ejemplo alguna distorsión de mercado. Los riesgos posibles, dependiendo de los activos que componen la cartera, son de caída de precios de las acciones y los índices bursátiles, de subida de las tires de los bonos (caída del precio de los bonos) y de depreciación de las divisas en las que estemos invertidos.
Dos de las estrategias de cobertura más comunes e importantes son la venta de futuros y la compra de puts.
El otro tipo de estrategias son las de inversión. En este caso utilizamos los productos derivados para invertir en los activos y mercados donde queremos tener posiciones. Las dos principales ventajas de invertir a través de productos derivados en vez de invertir directamente en el activo subyacente son el apalancamiento y la rentabilidad.
El apalancamiento se refiere a la posibilidad de comprar sin efectivo y de vender sin activo, depositando sólo un porcentaje de la inversión para garantías y en el caso de las opciones pagando una prima. A este hecho también se deben las mayores rentabilidades de las inversiones con productos derivados, por la baja inversión respecto al activo correspondiente.
Por ejemplo, si invertimos 100 euros en acciones de Telefónica y obtenemos un beneficio de 10 la rentabilidad es del 10%, en cambio si la misma inversión la realizamos comprando una call sobre Telefónica pagando una prima de cinco (como único desembolso), la rentabilidad será del 100% (10 de rentabilidad menos 5 de prima pagada = 5 de beneficio).
Existen muchas estrategias posibles de inversión con productos derivados que podríamos clasificar en tres grandes grupos: direccionales, combinadas y estructuras.
La conclusión es que operando con productos derivados de mercados organizados podemos realizar todo tipo de estrategias similares a las que pueden llevar a cabo en los mercados de contado, y además se pueden construir muchos planteamientos que sólo son posibles con derivados, como por ejemplo las coberturas y las inversiones de bajo coste.
Es cuestión de conocer la operativa de estos productos y tener claro los riesgos que se está dispuesto a asumir y a partir de ahí tener en cuenta los mercados de derivados como una alternativa importante.